Las cárceles gallegas llegaron a su máximo de saturación justo antes de la crisis y fue desde entonces cuando se empezaron a descongestionar. El responsable de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (Acaip) en Galicia, Enrique Mosquera, atribuye el cambio de tendencia a la reducción de población reclusa y sobre todo del número de presos extranjeros. Los españoles se mantienen y los foráneos que representaban más del 40% -indica- ahora son "muy pocos". Entre los factores que contribuyen a reducir la saturación de los penales también destaca la implantación de medidas alternativas a la prisión como Trabajos en Beneficio de la Comunidad (TBC).

Ourense es el centro penitenciario gallego más saturado debido que los presos del Centro de Inserción Social (CIS) están integrados en las estadísticas a diferencia del resto de instalaciones que se contabilizan por separado. Los de Lugo -Monterroso y Bonxe- son los menos congestionados porque cuentan con internos "menos peligrosos" que si crean conflictos se derivan a centros tipo como el de Teixeiro o el de A Lama. Las cárceles que tienen plazas libres suelen tener -señala- bastante antigüedad frente a "los más preparados a nivel de seguridad".

El representante de Acaip denuncia que la crisis económica también se hace notar en los recortes en las inversiones para la seguridad de las cárceles y para la renovación del material -mobiliario, ordenadores y uniformes- para los funcionarios.