El plan hidrológico con el que se regirá la cuenca del Miño y el Sil hasta el año 2021 no marca en ningún momento la prohibición de construir más hidroeléctricas en sus dominios, pero sí deja claro que la apuesta en este tipo de usos va más por la repotenciación de las centrales ya existentes o su conversión en instalaciones de bombeo, muy bien vistas por el sistema eléctrico porque ayudan a mantener el necesitado equilibrio entre generación y demanda ya que consumen energía en los momentos en los que sobra para recuperar el agua que soltaron y así prepararse para una nueva oleada de producción. Pero también en ese caso la empresa debe incorporar nuevas medidas "tendentes a minimizar la afección ambiental".

Entre ellas, la instalación de dispositivos de medida de los distintos caudales y sus variaciones, que permitan una rápida comprobación y con acceso "permanente" para su inspección por parte de la confederación hidrográfica Miño-Sil; la colocación de efectivos de paso que permitan la movilidad de la fauna; dispositivos también que eviten que los peces alcancen las turbinas de la central; las soluciones para cumplir el caudal ecológico -la existencia siempre del recurso que garantice las buenas condiciones de las masas de agua-, que es uno de los elementos estrella del nuevo ciclo de la planificación hidrológica; además de los correspondientes planes de seguridad y un programa de control de la calidad físico-química y biológica del agua embalsada y de la que retorna al cauce.

Lo que sí dice expresamente el plan es que para aquellas explotaciones que lleven más de 3 años interrumpidas se podrá iniciar un expediente de caducidad.