La calidad de la leche no es solo una garantía para ganar competitividad sino que de ella dependen las primas que perciben los ganaderos y que tan necesarias son, sobre todo en esta época de vacas flacas con los precios bajo mínimos y por debajo de costes. No hay prácticamente explotación láctea gallega cuya producción no esté bajo la lupa del Laboratorio Interprofesional Galego de Análise do Leite (Ligal) -el más grande de España, el más automatizado y el que más muestras recibe- donde se garantiza la trazabilidad y la seguridad alimentaria de toda la leche que sale de las granjas de los productores gallegos. El año pasado, de hecho, se inspeccionó el producto de 9.600 instalaciones agrarias, el 98% de las que en 2015 declararon entregas de leche y la vendieron a la industria. Durante casi dos décadas, en el edificio del Ligal ubicado en el Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo en la localidad coruñesa de Abegondo, se trabaja en colaboración con la Xunta y con la coordinación entre inspectores y veterinarios en áreas que van desde los análisis de muestras para fijar el sistema de pago de la leche en la cadena alimentaria hasta el control lechero de vacas incluidas en programas de mejora genética pasando por controles de sanidad animal y sobre la alimentación del ganado o de quesos y otros productos lácteos.

El centro analizó el año pasado 3,2 millones de muestras -1,5 millones más que los 2,7 recibidos en 2011-, lo que supone una media de 11.000 diarias, según el gerente del Ligal, Roberto Lorenzana. De esa cifra, la mitad -1,6 millones- se emplea para fijar el pago por calidad de la leche al productor. El 50% entre las muestras que se recogen cada dos días en las explotaciones lácteas -con una media de 12 muestras al mes por granja- y el otro 50% con las que se toman de las cisternas de transporte en las rutas de recogida y en el muelle de la industria. El Ligal es además titular de la marca Galega 100% con la que la Xunta pretende que las empresas garanticen a los consumidores que su leche procede en exclusiva de explotaciones gallegas.

Los otros 1,6 millones de muestras se usan para comprobar que las reses incluidas en los programas de mejora genética desarrollados por las Asociaciones de Criadores de Frisón para el Control de Rendimientos (Africor) -una por provincia- cumplen los criterios fijados por la Consellería de Medio Rural. La Xunta subvenciona parte de la inversión de los africores para estos controles, una cuantía que en este ejercicio asciende a 425.000 euros. Unos 40 profesionales se encargan de analizar las muestras en el laboratorio instrumental -el destinado al pago por calidad y al control lechero-, el físico-químico y el microbiológico. Parte del equipo se traslada a explotaciones e industrias a realizar inspecciones y otros se encargan de los controles de calidad y de la certificación de los procesos. Para cumplir con su labor, los expertos cuentan con un equipo de alto rendimiento, sistemas robotizados y un software para optimizar resultados. En el departamento de informática también se encargan de procesar todos los datos obtenidos de las pruebas.

Los inspectores, aparte de realizar visitas periódicas a las granjas y controlar las rutas de recogida y las cisternas, atienden las llamadas y dudas de los productores, que en la mayoría de los casos son para consultar resultados porque no acceden a la web del centro o no han solicitado el envío de datos por SMS.

En esta entidad están representados de forma paritaria los productores a través de cooperativas y las organizaciones agrarias mediante la Asociación de Industrias Lácteas de Galicia. El grueso del presupuesto procede de estas dos partes de la cadena alimentaria, aunque recibe subvenciones públicas y el inmueble es propiedad de la Xunta.

Por los tubos de ensayo del Ligal también pasan muestras de leche suero y nata que se utilizan luego en derivados lácteos. Los consejos reguladores de Denominación de Origen de los quesos gallegos envían además sus productos para que el laboratorio comprueben su calidad, que según constata Lorenzana, es "sobresaliente" y cumple todos los parámetros físico-químicos y microbiológicos en base a las 15.000 pruebas realizadas el año pasado. El trabajo del Ligal va más allá de las pruebas para demostrar la calidad de la leche gallegas, sus derivados y la buena genética de las vacas de la comunidad. Los análisis incluyen estudios en el entorno de la explotación, por ejemplo, para comprobar que el agua con la que se lavan las instalaciones de ordeño y el tanque de almacenamiento de la leche.

La alimentación del ganado, en especial los ensilados de hierba y maíz, son otros de los objetivos de análisis del Ligal. Lorenzana destaca que en los últimos años, el centro ha constatado "una mejora fermentaria y nutricional". Junto con el Centro de Investigaciones de Mabegondo se trabaja en estudios sobre la calidad de los forrajes con los que se nutren a las vacas de las granjas lácteas gallegas con los que se busca "optimizar las raciones de alimento que se proporciona a la cabaña y abaratar los costes de producción". Ambos objetivos son clave en un momento en el que lácteo atraviesa una de sus peores crisis por el bajo precio de la leche donde lo que cuesta más producir un litro supera a la cuantía a la que se vende.

El Ligal analiza la calidad de las vacas de las explotaciones gallegas y de su leche, que lo que comen está en buen estado y que viven en un entorno limpio. Pero también es importante conocer el estado de salud del animal, y por eso desde el centro actúan cuando tienen la mínima sospecha de que una res puede tener mamitis, una de las enfermedades más comunes en Galicia entre las vacas que producen leche. En 2015 se analizaron 45.000 muestras para comprobar la presencia de este patógeno y además se empezó a aplicar en el Ligal el denominado sistema de espectometría de masas con el que se ha avanzado -apunta Lorenzana- en los tratamientos antibióticos contra esta infección cuya eficacia y éxito aumentó en los últimos años gracias a las mejoras técnicas.