Hasta en siete ocasiones interrumpió ayer su discurso Feijóo, víctima de la emoción, circunstancia con la que bromeó con los periodistas. La alusión que a punto estuvo de hacerlo llorar fue la de su padre, Saturnino. "No puedo evitar acordarme del abrazo que le di a mi padre el 18 de abril de 2009 -cuando tomó posesión como presidente de la Xunta- porque desde entonces no le pude dar tantos abrazos tantas veces como me hubiese gustado", reconoció ante un guiño familiar poco habitual en sus discursos.

La referencia se produjo al hilo de las "renuncias" a las que obliga la política y a las críticas recibidas, que en algún caso llegó a calificar de insultos, que afectan al entorno más cercano. "La política trae también sinsabores, a veces merecidos, otros más injustos y desproporcionados", lamentó.