La izquierda rupturista es un producto de los nuevos tiempos, donde no resulta necesaria una organización potente para conseguir buenos resultados, como demostró en los comicios municipales y también en las generales. Tienen una marca que funciona recogiendo el voto joven, urbano y con ganas de cambio.

Sus problemas son tres: la edad de Beiras, la falta de candidato alternativo y las tensiones para pactar con Podemos, envuelta en una pelea interna y dependiente del desenlace del escenario político a nivel estatal.

Las fuentes consultadas niegan que el veterano dirigente vaya a ser cabeza de cartel con 80 años y consideran que el tirón de su marca es suficiente para ser segunda fuerza o incluso primera, según Martiño Noriega, alcalde de Santiago.

Pero Beiras abrió ayer un boquete en ese discurso. Declaró en la Radio Galega que "mucha gente" le dice que "sería asumido como candidato por todo el espectro amplio de la izquierda plural" y que, siendo "un factor de unidad, sería estúpido decir no". También reconoció que a su edad "no es verosímil" ofrecerse para presidente de la Xunta porque no podría "garantizar cumplir el compromiso adquirido". Una opción podría ser llegar a San Caetano y luego apartarse. Sería un epílogo histórico que bien podría seducir a Beiras.