Si la presencia de Podemos es raquítica en Galicia con apenas seis círculos municipales con dirección y liderazgo a pleno funcionamiento, Ciudadanos resulta un misterio, cuyo funcionamiento es evidentemente teledirigido por la dirección de Albert Rivera, a pesar de que este recibe menos descripciones como omnipotente que su compañero de Podemos Pablo Iglesias, abanderados ambos del nuevo mapa estatal.

A finales del año pasado, Ciudadanos decidió renovar su cúpula gallega, expulsar a varios militantes por supuestamente maniobrar en contra de la dirección y elegir a la edil de Lugo Olga Louzao como su nueva portavoz. Unas semanas después fue relevada por el exedil en Santiago por el PP, Javier Sánchez Agustino, que se posiciona como posible rostro electoral.

A pesar de su ausencia del debate político autonómico, el papel de Ciudadanos puede resultar clave. En las generales obtuvo casi 148.000 votos que le valieron un diputado por A Coruña sin apenas conocimiento.

Y el PP lo sabe, por eso en la presentación de su candidatura, Feijóo pidió a los suyos que no dejasen ocupar su espacio político por otras marcas, en clara alusión al partido naranja, quizás la única vía de que los populares mantengan la Xunta sin mayoría absoluta.