José Antonio Redondo (Lugo, 1951) se convirtió el pasado mes de septiembre en el conselleiro maior del Consello de Contas en un momento en el que la institución asume la competencia de prevenir la corrupción en el sector público de la comunidad y de controlar las subvenciones de los partidos. Asegura que la nueva ley responde a una inquietud social y que la labor del Consello "es una garantía de que los caudales públicos son manejados no solo con el principio de la legalidad sino que se estudia su eficiencia, eficacia y economía".

-Ya lleva siete meses en el cargo, ¿era lo que se esperaba?

-Para mí lo más interesante de esta experiencia es la calidad profesional de la gente que hay en esta casa. Tenía idea, pero el Consello de Contas ha configurado un grupo con una gente muy experimentada, con gran profesionalidad y sobre todo con gran independencia. De todo lo que puedo resaltar en estos siete meses es el capital humano.

-¿Le costó mucho decidirse cuando le propusieron ser el conselleiro maior?

-La verdad es que sí. Yo venía de un espacio que era la universidad que es mi vocación. Acabé la carrera, me hice profesor adjunto, cuando existía esa figura, y después accedí a la cátedra y ahí está la gente que estuvo conmigo toda la vida. Es un mundo muy atractivo y, sobre todo, a mi me gusta mucho la docencia y el contacto con la gente joven y sobre todo ves que les puedes aportar algo.

-El Consello de Contas también tiene algo de pedagogía. Enseñar lo que se hace bien y lo que se hace mal.

-Esta casa se ve desde una perspectiva más burocrática, de analizar cuentas, pero la nueva ley nos hace asumir papeles donde la presencia del Consello en temas de asesoramiento, de lucha contra la corrupción nos abre nuevos caminos que nos va a tener más presentes en la sociedad.

-Llega al cargo cuando se acaba de aprobar una ley en la que el consello asume la competencia de prevención de la corrupción en el sector público y pasa a controlar las subvenciones de los partidos políticos. Me pregunto si no llega un poco tarde.

-La nueva ley responde a una inquietud social. El Consello de Contas, que realiza una labor muy importante, es una garantía de que los caudales públicos son manejados no solo con el principio de la legalidad sino que se estudia la eficiencia, eficacia y economía con los que esos recursos son utilizados. Todo ese trabajo les llega a los administradores y sirve para corregir aspectos. Siempre es bueno que otros ojos observen lo que tú haces porque a veces uno no es capaz de verse a sí mismo. La nueva labor abre un nuevo campo donde nosotros tenemos un observatorio privilegiado para detectar riegos y para saber dónde se puede producir algún tipo de anomalía.

-Si ahora les encargan controlar la corrupción y las subvenciones de los partidos da la sensación de que antes no se controlaba.

-Se controlaba. Hay un control. El Consello de Contas no tiene capacidad de enjuiciamiento. Esa competencia queda reservada para el Tribunal de Cuentas. Pero de nuestros informes y diligencias sí puede aparecer responsabilidad contable y, dentro de esa responsabilidad contable, en ciertas ocasiones se procede a que el causante del menoscabo de los caudales tenga que hacer un reintegro.

-¿Y cree que funciona?

-Funciona y viene funcionando. Para los responsables públicos es muy importante que el Consello de Contas controle todo lo que está sujeto a los principios de legalidad. Y eso es una garantía para todos. Los órganos de control externo son la base y la garantía de ese principio.

-¿Los casos de corrupción se podrían haber evitado si esta ley se hubiese aprobado antes?

-Hablar del futuro es complicado. Los tiempos han cambiado. Hemos pasado una etapa extraordinaria, con el boom inmobiliario, con la abundancia de recursos y quizá esa situación nos hizo, en general, relajarnos un poco. Es bueno que de vez en cuando, después de estas épocas de empacho, haya que ponerse a dieta. También nos sirve para centrarnos en que los recursos son escasos y las prioridades tienen que medirse mucho. En el futuro va a ser mucho más difícil incurrir en prácticas ilegales.

-¿Cómo lleva que el Consello de Contas tenga nuevas competencias, pero el mismo presupuesto?

-Fue un planteamiento que se me hizo cuando presenté el presupuesto. En aquel momento la ley era muy reciente y va a entrar en vigor a lo largo de este año. Y me pareció más prudente que cuando tuviera una idea exacta de todo lo que precisamos pudiera pedir en el nuevo presupuesto nuevos recursos. Me parecía un poco imprudente lanzarme a la piscina sin un análisis reflexivo. Estamos en tiempos de recursos escasos y nosotros también tenemos que dar ejemplo

-Su predecesor, Xesús Palmou, aseguró que las nuevas funciones se podían asumir "pero no con los recursos" que existen.

-Hay nuevas funciones, se necesitan recursos. Nos han cambiado las cosas. Se pueden reestructurar algunas áreas, se puede coordinar mejor las secciones.

-Pero ¿son necesarios más recursos?

-Aunque se va a necesitar más recursos, también hay que reorganizar los que ya tenemos.

-El Parlamento les ha instado a que elaboren códigos de conducta de gestión de riesgos que permitan garantizar el comportamiento ético en las administraciones. Pero el que quiera delinquir no hará mucho caso a estos códigos.

-Porque haya mucha policía, un delito lo puede cometer cualquiera. Nosotros, según la ley, podemos hacer una labor didáctica, de pedagogía, de elaboración de manuales de riesgos, también de advertencia de que a través de nuestros informes podemos detectar que un determinado tipo de práctica puede facilitar algún tipo de corrupción y advertir a los administradores de caudales públicos de que en determinado momento su práctica no es correcta para evitar ese tipo de abusos que se producen.

-Abusos que los políticos han realizado?

-Es muy duro asumir que la valoración de la sociedad es que muchos de los políticos son corruptos. Hay que luchar contra eso. Cada vez va a ser menos atractivo dedicarse a este tipo de profesiones porque la valoración social es muy negativa, cuando hay excelentes profesionales.

-Hay excelentes profesionales, pero también hay garbanzos negros.

-Es cierto que determinados puntos negros logran oscurecer la otra labor. Como lo llamativo es aquello que no es correcto oscurece lo que se hace bien y es como una mancha de aceite que se extiende sobre el resto de profesionales que tienen un comportamiento ético.