"Es un héroe de guerra y son tiempos de paz". Con esta frase justifica un personaje la inminente destitución del comisario Gordon, aliado del héroe de cómic Batman en su tarea de limpiar la ciudad de Gotham de criminales a base de justicia directa y del ojo por ojo, en la versión cinematográfica de Christopher Nolan. Ese razonamiento, pero al revés, podría servir para explicar la sorprendente elección de Miguel Tellado como nuevo secretario xeral del PP gallego.

Son tiempos de guerra electoral y el partido necesita prepararse para ello, ajustar sus defensas y, sobre todo, planificar los ataques a sus rivales, una oposición que considera a los populares debilitados tras el desgaste acumulado de las tres últimas citas electorales. Sin mayoría absoluta, solo un hipotético apoyo de Ciudadanos podría permitir a Feijóo mantener su despacho en San Caetano.

El perfil habitual del jefe del aparato popular, acentuado con Rueda, era el de gente "de la casa", curtida en la vida orgánica, una trayectoria ajena a Tellado, que fue introduciéndose en el partido de forma profesional. Como jefe de gabinete en Ferrol, primero, y de la conselleira Beatriz Mato, después, para regresar al Concello ferrolano con José Manuel Rey. "Es una elección para este momento y para centrarse en las elecciones", explicaba un excargo del PP, descripción coincidente con la de varios de los 1.800 compromisarios que avalaron con el 97% de apoyos la nueva aclamación de Feijóo, cuya promesa de celebrar primarias internas, como recogía la ponencia del PP del año pasado, queda aparcada hasta que los estatutos nacionales validen esa fórmula inédita en la formación.

"Nadie lo va a cuestionar, pero sorprende", reconocía una voz del partido, que esperaba la elección de un conselleiro como Rey Varela, el más señalado dentro del partido, o incluso a un Agustín Hernández que de la fase ascendente de 2013 hasta la Vicesecretaría Xeral ha pasado a compartir el puesto con tres representantes provinciales más. "Compatibilizar la dirección de campaña [de las pasadas generales del 20-D] con una consellería fue muy complicado. Hay que centrarse", justificaba la decisión de Feijóo un dirigente en alusión a las tareas que asumió Rey Varela.

"Lo normal es que un secretario xeral tenga peso y eso se consigue siendo conselleiro si tienes la Xunta", contraponía otro.

Sin embargo, como portavoz, Tellado ya lleva tiempo asentado en la sede del PP en el barrio de San Lázaro a las órdenes de Rueda. Su trabajo continuará la misma senda.

El cónclave popular ha sido una reunión con un objetivo claro: reanimar a las bases, potenciar el cesarismo de un Feijóo que el jueves de madrugada eligió a su nuevo número dos y su figura como hecho diferencial del PP gallego y aprovechar los meses para lanzarse a la arena electoral. El debate ideológico resultó nulo. Las ideas quedaron expuestas en la ponencia de hace unos meses y la acción será plasmada a través de una Xunta, que, gracias al cumplimiento del déficit y la apertura de mano del Gobierno en funciones, dispondrá de más de 225 millones extra para gastar este año.

El PP de Feijóo presenta una gran diferencia respecto al de Fraga. Las cuotas territoriales están mucho más diluidas e incluso la presencia de José Manuel Baltar, salpicado por un escándalo sexual, quedó rebajada y ni siquiera intervino el viernes en la visita de Mariano Rajoy. Ayer recordó a primera hora que Ourense es la provincia donde más apoyos lograron las gaviotas. "No lo olvidéis", dejó en el aire. Por estos motivos, en público huyen en el partido de los análisis en clave de cuotas, tras comprobar que el clan de Ferrol y la dirección de A Coruña gana peso con el ascenso de Tellado, además del poder orgánico que tiene Diego Calvo y la consellería de Rey Varela.

"Es verdad que Pontevedra tenía otro peso, pero Rueda se mantiene", matizaba un cargo pontevedrés, en alusión a la buena relación del también vicepresidente de la Xunta con su relevo como número dos. Desde A Coruña se recordaba que a la provincia ya le tocaba ese puesto, sobre el que se sigue proyectando la sombra de Rueda.

El partido vive así encomendado a una carrera de cara a las elecciones autonómicas, previo paso por las generales para testar el estado de la marca y añadirle luego lo que todos dan por mayor activo en Galicia: Feijóo. Si retienen la Xunta, la sucesión quedará aparcada si en Madrid no reclaman al único barón capaz de resistir. Si la pierden, el escenario para asumir el liderazgo se abrirá como si el congreso que ayer se cerró no se hubiese celebrado. "Para qué abrir eso ahora", se despedía ayer un cargo popular.