Las políticas de incentivos fiscales a la natalidad tienen, en el mejor de los casos, un efecto muy limitado. Lo que da resultado para intentar revertir la crisis demográfica que padecen territorios como el gallego, son las medidas de conciliación familiar y los servicios de apoyo a la infancia, pero sobre todo, lo que influye es que haya trabajo y además en condiciones estables. Sin embargo, ni siquiera este cóctel idóneo garantizaría el avance demográfico en Galicia. La razón es que su principal problema es la reducción paulatina del grupo de mujeres en edad fértil, lo que frena cualquier intento de revitalización demográfica. Así que la única alternativa que le queda a Galicia para renovar su población y paliar su declive es acudir a la inmigración. Esta es unas de las conclusiones de la jornada que ayer organizó el Consello Económico de Galicia (CES) para debatir sobre el futuro demográfico de la comunidad.

Su receta, de todas formas, no resulta provocadora ni novedosa, pero se suma a los actores sociales y políticos que señalan a la inmigración como la alternativa para paliar la crisis demográfica de la comunidad. El Foro Económico de Galicia cifraba hace dos años en 20.000 las mujeres inmigrantes que necesitaría Galicia anualmente hasta 2050. Y la Xunta, en su Plan Estratéxico 2015-2020, habla de 20.000 inmigrantes totales, como saldo neto, cada año hasta 2029.

"La clave está en la inmigración, porque no se trata de un problema de fecundidad, sino de falta de gente joven en edad de reproducción", sentenció María Dolores Puga, una de las integrantes del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que ayer participó en la jornada de debate del CES. Junto con Teresa Castro, otra investigadora del CSIC, ambas incidieron que no hay fórmulas mágicas para frenar la sangría demográfica, pero que la creación de empleo y la estabilidad laboral son condiciones necesarias, una receta con la que coincidieron los representantes de UGT, Comisiones Obreras y CIG que participaron en la sesión, y también la presidenta del CES, Corina Porro.

Ya que cada vez se retrasa más la edad para tener el primer hijo, esto tiene como consecuencia que sea más difícil dar el siguiente paso para ir a por el segundo. De ahí, que el índice de fecundidad en Galicia sea de 1,07 por mujer, medio punto por debajo de la media europea. Pero aunque se consiga incrementar la tasa de fecundidad, tanto por una mejora de las condiciones económicas como por medidas de conciliación familiar o políticas de apoyo a la infancia y haya más puestos de trabajo para las mujeres, la progresión demográfica en la comunidad sería aún insuficiente.

"Porque no solo se trata del número de nacimientos, sino de la población joven de un país, que sigue marchando por la emigración", sostuvo Dolores Puga.

Pero los expertos tienen claro que Galicia, al igual que otras comunidades autonómicas y buena parte de Europa, no volverá a la situación del pasado. Como mucho se tendrá que contentar con mantener la población, pero que deberá olvidarse de crecer. "Nunca más vamos a volver a vivir en una sociedad joven. Tenemos que asumir que no le vamos a dar la vuelta y acostumbrarnos a vivir en una sociedad más envejecida", aseguró la demógrafa del CSIC.

Otro investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas, José Antonio Fernández, cuestionó por su parte las proyecciones de población que elaboran distintos instituciones y oficinas de estadísticas, dado que sufren alteraciones considerable sin que haya causas objetivas.