Particulares y autónomos con deudas y sin posibilidad de hacer frente a los impagos que arrastran desde la crisis tienen una segunda oportunidad para rehacer su vida. La llamada Ley de Segunda Oportunidad, aprobada el año pasado, permite por primera vez a familias y pequeños negocios empezar de cero ante una situación de endeudamiento a la que no pueden hacer frente.

¿Quién puede acogerse al proceso de cancelación de deuda? Tanto particulares como autónomos con deudas no superiores a cinco millones de euros. El retraso en sus facturas supera los tres meses. Las tres condiciones básicas para poder poner el contador a cero son: liquidar todos sus bienes previamente para hacer frente a las deudas, que se declare la conclusión del concurso por insuficiencia de masa y haber actuado "de buena fe". Es decir, que la situación de impago no se ha cometido adrede y ha tenido intención de pagar sus deudas, ha tratado de negociar con sus acreedores un plan de pagos y no ha cometido delito económico alguno.

Las posibilidades de que una persona física (particulares o pymes) pueda poner el contador de sus facturas a cero abre una puerta a miles de víctimas de la crisis que en la actualidad tienen sus cuentas bloqueadas y han tenido que renunciar a sus vivienda o a no poder tener una cuenta a su nombre. Además, cancelar la deuda conlleva para el afectado su salida del listado de morosos.

Lo que se puede conseguir con esta ley, según apunta el director de la oficina de Repara tu Deuda en Barcelona, Manuel Fores, son dos cosas. Por un lado, un acuerdo de pago acorde con las posibilidades de cada persona. Y si esto falla, la cancelación total de las deudas. "Es un proceso administrativo que se judicializa en la parte del concurso pero el cliente no debe acudir a ningún juicio ni estar pendiente de ninguna sentencia: o acuerdo o cancelación, siempre que se cumplan todos los requisitos y sean deudores de buena fe", explica Fores, quien apela a los afectados a acogerse a esta nueva ley antes de que empiecen las restricciones.

Fores pone un ejemplo para entender el alcance de la Ley de Segunda Oportunidad: "Qué hubiese pasado si Walt Disney cuando se arruinó comprando los derechos de autor de Alicia en el país de las maravillas hubiese sido español, pues que Bambi no hubiese nacido".