En el campo gallego los bajos precios no solo afectan a la venta de la leche sino también a la valorización de la tierra. Comprar una finca en Galicia sale más barato debido al abandono del rural, que ni siquiera funciona ya como refugio para los parados de otros sectores productivos. El precio de venta de las parcelas agrarias se situó en la comunidad gallega en 2014 -último año del que el Ministerio de Agricultura dispone de datos- en unos 13.633 euros por hectárea, lo que apenas supone 130 euros menos que en el ejercicio anterior pero 2.350 por debajo de la cantidad a la que se ofertaban las fincas gallegas antes de que estallase la crisis.

Las tarifas de 2014 caen a niveles de 2001 debido a un descenso paulatino de las cotizaciones desde el inicio de la crisis, al pasar de los 15.933 euros a los que se pagaba hectárea hace ocho años a poco más de 13.000, lo que supone una bajada de casi el 15%. Desde 1983, el primer año del que hay estadísticas, la evolución del valor de la tierra en Galicia siguió un ritmo imparable que permitió multiplicar por tres el importe de las ventas: de los 5.656 euros que costaba una hectárea a finales de los ochenta hasta alcanzar el máximo histórico de casi 16.000 euros en 2008.

Y justo después de tocar techo en ese ejercicio la recesión provocó un cambio de tendencia con una depreciación de las propiedades del agro gallego que suma ya siete años consecutivos. Pese al desplome de las cotizaciones, la tierra en Galicia cuesta tres veces más que en Castilla y León y Extremadura, autonomías en las que el valor no pasa de los 5.000 euros.

Criterios de la PAC

La nueva Política Agraria Común (PAC) 2015-2020 no recoge como requisito para acceder a las subvenciones el número de cabezas de ganado de cada explotación. El actual pago básico se concibe como una ayuda por superficie, ya que la cantidad total se divide entre el número de hectáreas de la explotación, un ayuda determinada por hectárea que los beneficiarios ya conocen desde finales del año pasado. Para calcular el número de hectáreas de la explotación se tienen en cuenta las declaraciones de 2013 y 2015 y se escoge la cifra menor. Con el cambio del sistema que tiene en cuenta la superficie de la que dispone cada granja para reducir sus costes, se debería incrementar el precio de la tierra en Galicia pero si la tendencia actual no cambia la realidad será la contraria. Ante la incertidumbre por la evolución de los precios, los agricultores y ganaderos prefieren esperar antes de sacar al mercado una propiedad, pero sí que hay oferta por parte de herederos que no trabajan en el campo y que deciden deshacerse de las fincas para sacarse unos ingreso extra.

Las estadísticas del Ministerio de Agricultura no recogen el número de transacciones ni las hectáreas que se venden cada en cada comunidad autónoma. Los sindicatos, sin embargo, apuntan que las compraventas en la comunidad se estancaron con la recesión al mismo tiempo que se reactivaron los alquileres de parcelas.

La pérdida de valor de las parcelas varía según cada tipo de cultivo. El mayor descenso desde el inicio de la recesión se dio en las plantaciones de regadío que necesitan agua para crecer, como los frutales o las hortalizas de invernadero. En este grupo, la caída ronda el 37% con 10.221 euros menos por hectárea, de 27.577 euros antes de la crisis a los 16.975 de media registrados seis años más tarde.

Galicia es la tercera comunidad donde el precio de los terrenos destinados a viñedos es más elevado, con 35.070 euros de media, una cifra que también es la más alta con bastante diferencia respecto a todas las categorías de cultivos característicos y que muestra la relevancia de la viticultura con áreas profesionalizadas y cinco denominaciones de origen de vino gallegas. Pero la crisis tampoco ha pasado de largo en este sector, que ha cedido 15.442 euros en su valor, una bajada del 30% desde 2008, cuando cada hectárea se pagaba a 39.258 euros.

El pastizal de secano muestra los resultados más modestos en números absolutos en la comunidad gallega, con apenas 5.489 euros por hectárea, aunque es la cuarta más elevada de España. Pese al aumento en 2014 de 200 euros respecto al año anterior el incremento no es suficiente para compensar la caída del 14% desde 2008.

Las tierras que mejor resisten los malos tiempos que atraviesa el campo son las reservadas para labradío de secano en las que se siembran productos que no necesitan de riego como trigo, maíz, avena, habas, cebollas, tomates o melones. El precio de estas parcelas subió en 2014 un 3% hasta alcanzar los 15.712 euros y durante la crisis la caída fue del 5% con una depreciación de 800 euros. En el caso de los prados naturales de secano, el valor de la tierra se sitúa en los 13.260 euros, un 8% menos que antes del estallido de la crisis que sufren las explotaciones agroganaderas gallegas.