Aceites, grasas, disolventes, vapores combustibles e inflamables, purines, residuos radiactivos, sanitarios o industriales tóxicos. Son miles los vertidos que van a parar cada año a los ríos y rías gallegas. Muchos ni llegaban a detectarse, pero desde que la Xunta puso en marcha hace ya siete años una red que permite el control en tiempo real de la calidad de las aguas y de los vertidos en la cuenca Galicia-Costa, la única de competencia autonómica, se hacen controles más frecuentes y se agilizan los mecanismos de detección y alerta en caso de que haya alguna incidencia que altere el estado natural del río. Las inspecciones del plan de control de vertidos de Aguas de Galicia tiene en la actualidad más de 8.600 puntos inventariados, de los que un total de 787 (9%) presentan indicios de contaminación y un total de 1.281 (15%) son considerados contaminantes.

El objetivo que se ha marcado la Xunta para este año es llegar a las 2.900 inspecciones en los ríos de la comunidad, lo que supone un 5,6% más que el ejercicio pasado. Durante la presentación del plan de actuación para 2016, la conselleira de Medio Ambiente, Beatriz Mato, avanzó ayer que el presupuesto para los próximos dos años y medio es de casi 5 millones, una cantidad "semejante" a la de años anteriores. Precisamente ayer, el Diario Oficial de Galicia publicó la licitación para los próximos 30 meses del sistema de control de vertidos a los ríos de la demarcación hidrográfica Galicia-Costa y de la totalidad de residuos que llegan al mar desde cualquier punto del litoral gallego.

La finalidad, según destacó Mato, es "vigilar todos los vertidos y enmendar en el menor plazo posible aquellos que sean contaminantes". "Este plan es una herramienta fundamental para conseguir la máxima calidad de las aguas", defendió la conselleira.

Uno de los principales ejes del proyecto son las inspecciones a empresas, particulares o puntos de competencia municipal. Se trata de controles periódicos. En total, desde 2009 se realizaron más de 17.300 inspecciones, en las que se recogieron 13.000 muestras en las que se analizaron 83.000 parámetros diferentes. La mayoría de los controles afectan a puntos de competencia municipal (más del 63%), seguidos en el ranking por empresas (casi el 30%) y el 6% restante corresponde a particulares.

Estas inspecciones en los últimos siete años se tradujeron en más de 1.300 expedientes sancionadores y la reparación de casi 2.200 puntos contaminantes. Las multas, fijadas según la gravedad y la reincidencia, van desde un máximo de 30.000 euros para las leves hasta los 600.000 euros de las más graves. El importe de las sanciones impuestas por vertidos en los últimos siete años alcanza los 6,2 millones de euros.

En la actualidad, la Xunta tiene inventariados 8.633 puntos de vertido. "No obstante, tres de cada cuatro no son contaminantes", matizó Mato, al tiempo que especificó que son 1.281 los considerados contaminantes y casi 800 que presentan algún indicio de contaminación. Los puntos más contaminantes se concentran en la ría de Pontevedra (en las costas de Poio, Martín y Pontevedra), Arousa (costa de Cambados) y Ferrol (Ferrol y Narón) y el Concello de Noia. En el interior, destacan los vertidos al río Sar.

El plan de control de vertidos también recoge medidas específicas para solucionar problemas que aparecen en un momento determinado, como los detectados por la Consellería de Sanidade en zonas de baño de algunas playas, así como la campaña de la ría de O Burgo, derivada de la detección de hidrocarburos.

Las actuaciones de control de vertidos de la Xunta se complementan con las alertas de vertidos puntuales, que llegan fundamentalmente a través de llamadas al 112 por parte de particulares. Desde que se puso en marcha el plan, Augas de Galicia recibió un total de 1.265 alertas de vertidos mediante esta vía, a las que se suman otras 869 comunicadas por otros organismos de la Administración.