La caída de ingresos de los ayuntamientos tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y el recorte de fondos del Estado les llevó a mirar con lupa cada gasto y buscar mecanismos que paliasen el ahogo financiero de sus arcas municipales. En algunos casos, al borde de la quiebra técnica. El aumento de los impuestos y las tasas fue clave para sanear las cuentas municipales, con un aumento de casi el 21% respecto a 2008, año que marcó el inicio de la crisis. La recaudación tributaria de los concellos gallegos superó en 2015 los 1.258 millones, según los datos de liquidaciones presupuestarias de las administraciones locales publicados por el Ministerio de Hacienda. Un balance que supone 216,6 millones más que los ingresados por los ayuntamientos de la comunidad hace ocho años y 14,7 millones más que en 2014 (un total de 1.232,4 millones).

De las ciudades gallegas, sin contar Santiago que figura entre los 40 ayuntamientos de la comunidad que aún no han enviado los datos a Hacienda, Ourense y A Coruña son las que soportan la mayor presión fiscal: 743,63 y 644 euros por vecinos, respectivamente. En el caso de la ciudad coruñesa, la tasa por habitante es la misma que el ejercicio anterior, pero la carga tributaria para los contribuyentes ourensanos creció en tan solo un año un 7,5%. A la cola de la lista de las urbes se mantienen Vigo (539,89) y Ferrol (410,18). La clasificación autonómica la sigue liderando el concello ourensano de Vilariño de Conso, de apenas 700 habitantes, con una presión fiscal per cápita de más de 1.900 euros. Le siguen en la lista otros dos pequeños municipios lucenses -Muras (más de 1.800 euros por vecino) y Xove (más de 1.500)- y la localidad coruñesa de Curtis (casi 1.200 euros). En la provincia de Pontevedra, Sanxenxo y O Grove son ayuntamientos con mayor tasa tributaria, con un total de 914 y 665 euros por vecinos.

Los 314 ayuntamientos gallegos recaudaron el año pasado cerca de 800 millones en impuestos directos (por el IBI, IAE, el impuestos sobre vehículos tracción mecánica y gravamen de plusvalías por la venta de inmuebles urbanos), casi un 2% más que el ejercicio anterior (784,7 millones) y un 34,6% más que los 593,8 millones que ingresaron en 2008.

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En el caso de las tasas (agua, basura, certificados, vados, licencias de apertura o escuelas infantiles, entre otros), a las arcas municipales fueron a parar en 2015 más de 420,2 millones, 10,5 millones por encima de la recaudación del año anterior (+2,6%) y 69,5 millones más que antes del estallido de la crisis (casi un 20% más).

La maquinaria recaudadora de los ayuntamientos gallegos, salvo los impuestos indirectos (el grueso procede del gravamen sobre construcciones, instalaciones y obras) que cayeron debido al pinchazo de la burbuja inmobiliaria (-60%), permitió elevar los ingresos municipales en la comunidad respecto a 2008. Entonces, los contribuyentes gallegos desembolsaron en tributos indirectos 97,6 millones, frente a los apenas 39 millones de 2015, lo que supone un 32% más. Un balance que sin embargo supone un incremento de un 2,5% respecto a 2014, año en el que la recaudación por este tipo de impuestos fue de poco más de 38 millones.

En los años más duros de la crisis, cuando el paro batía récords y el poder adquisitivos de familias y empresas tocaba fondo, el conjunto de los ayuntamientos gallegos incrementaron más de un 5% su presión tributaria para paliar la merma de ingresos. Según los datos de liquidaciones presupuestarias del Ministerio de Hacienda, las corporaciones municipales de la comunidad recaudaron 118 millones más en el peor momento de la crisis, es decir entre 2010 y 2013. Hace seis años, los concellos gallegos recaudaron en impuestos y tasas 1.083,43 millones, un volumen de ingresos que en 2011 se elevó a 1.135,88 y que al año siguiente superó los 1.173 millones. En 2013 fueron a parar a las arcas municipales más de 1.200 millones. En los dos años siguientes, la tendencia se mantuvo al alza, hasta cerrar el ejercicio pasado con el desembolso de más de 1.258 millones por los contribuyentes gallegos.