-Los concellos aumentaron las inversiones en 2015 casi un 50%. ¿En qué situación financiera se encuentran ahora?

-No ha habido grandes cambios porque el problema de la financiación sigue sin resolverse. La prudencia y el control en el gasto nos ha permitido una administración mucho más eficiente. Y eso ha dado como resultado que tengamos superávit, aunque no lo podemos gastar en aquello que nos demandan nuestros ciudadanos. Ese incremento de las inversiones no ha venido de la mano de mayores aportaciones de la Xunta ni del Estado.

-¿Tocará de nuevo achicar al mínimo los gastos para seguir en esa senda de más inversiones?

-De momento vamos a esperar al nuevo Gobierno. Los concellos no estamos en contra del control de gasto; prueba de ello es que los ayuntamientos, en general, teníamos una salud financiera buena. El problema es que se nos trató a todos por igual, administraras bien o mal. Una de las razones por las que ahora hay ahorro es porque se han ido jubilando trabajadores en los ayuntamientos y esos puestos no se han podido cubrir. Pero por el contrario, a veces también gastamos más porque tenemos que ir a la empresa privada y en algunos casos sale más caro. Espero que se nos permita volver a la normalidad en todo tipo de control: gastando lo que tenemos, pero lo que tenemos pudiéndolo gastar.

-¿Convirtió Hacienda a los ayuntamientos en cabeza de turco del déficit y la deuda de otras administraciones?

-Lo que no puede ser es que los ayuntamientos estemos para tapar la falta de control que tienen las comunidades autónomas y el Gobierno central porque con el superávit de las administraciones locales maquillamos las cuentas generales del Estado, que no fue capaz de cumplir los objetivos que se había propuesto a sí mismo. Que no seamos nosotros el que pagamos el pato siempre, sino que realmente cada uno cargue con sus obligaciones.

-Ese control de gasto se lo han saltado no pocas comunidades y se les pretende premiar condonando su deuda?

-A los alcaldes se nos demonizó por parte de Hacienda culpándonos de todos los males de este país. Y se ha demostrado que fue una operación de maquillaje para disimular las miserias de otras administraciones. Las comunidades, globalmente, no cumplieron el objetivo de déficit y el Gobierno central tampoco. Galicia, al menos en este aspecto, cumplió. No todas las administraciones han tenido el mismo control. Ante esa condonación de la deuda que valora Hacienda a las comunidades, qué hacen los alcaldes que ejercieron control económico y no despilfarraron el dinero y primaron la coherencia y el rigor. ¿Ahora qué? ¿Premiamos al que despilfarra? Entonces haremos todos lo mismo, no pagamos. Eso sería la teoría del caos. Quien nos pedía rigor, que actúe de manera rigurosa.

-Ya han pasado dos años y medio desde la entrada en vigor de la polémica reforma local. ¿Qué balance hace de su aplicación?

-No salió bien. Fue una amenaza más de Hacienda en la línea de culpabilizarnos de todo. La reforma local puso de manifiesto el desconocimiento absoluto que tenían en Madrid de los servicios que presta un ayuntamiento. Se ha quedado en nada, como ya se sabía cuando se aprobó. Fue una cortina de humo para tapar las miserias del Gobierno central. No se cumplió nada. Los servicios sociales los seguimos prestando los ayuntamientos. Y como eso, con todo. Iban a reducir el número de concejales, bajar el sueldo a los alcaldes?

-¿Propondrán su revisión?

-Hay que derogarla ya. Uno de los primeros trabajos del nuevo ministro de Administraciones Públicas es pactar una ley con los responsables de las administraciones locales que responda a las necesidades de este país y que perdure en el tiempo. Si no seguiremos con una ley que dice una cosa, pero que los ayuntamientos no le estamos haciendo ni caso.

-¿Sienten que los ayuntamientos son una administración ninguneada?

-El municipalismo no está por debajo de ningún otro Gobierno, no es menos que el Gobierno autonómico o que el Ejecutivo central. Los alcaldes resolvieron los problemas de este país a lo largo de la historia; y a veces en ausencia del Gobierno del Estado. Por tanto, un poco de respeto no vendría mal para el conjunto de los alcaldes. Hay que llegar a acuerdos, lo más justos posibles. Un buen acuerdo es aquel en el que todos ganan. Y a veces da la impresión de que los alcaldes somos la Cenicienta y el convidado de piedra al que no hay que darle, y eso no puede ser. Prestamos entre el 20 y el 25% de los servicios pero solo recibimos entre el 13 y 14% de presupuesto del Estado. Es un problema de racionalidad. Las comunidades autónomas tienen que entender que el municipalismo presta unos servicios que hay que financiar.

-¿Será esta la legislatura de la nueva financiación local?

-Tiene que tocar. En la Fegamp estamos trabajando en un documento. La semana pasada se reunió la comisión económica de ese grupo de trabajo. Espero que a finales de septiembre o principios de octubre esté finalizado ese documento para poder reclamar una financiación justa. El problema de Galicia es la dispersión. Aquí tenemos la mitad de los núcleos de población de toda España. Y además por habitante recibimos menos que el resto de ayuntamientos españoles. La financiación es una cesta que hay que repartir de manera justa entre Gobierno central, autonómico y local. Si se reparte entre dos, que es lo que hacen habitualmente el Estado y los Ejecutivos autonómicos, llegamos los concellos y la respuesta es siempre la misma "es que no hay más".

-Se habla mucho de la fusión de concellos, pero no se dan pasos para nuevas adhesiones?

-Que se haga de mutuo acuerdo, lo veo complicado. Es una de las cuestiones que queremos que aborde el equipo de trabajo: cuál sería el camino a seguir. Por generación espontánea, veo complicado que se haga esa fusión de municipios en Galicia. Otra cosa es que en la comunidad gallega dada la configuración de nuestro territorio, sea eficaz. Yo tengo dudas. Y luego está la cuestión de que la gente no quiere perder la identidad, de pertenencia a? Prestar servicios de manera mancomunada podría ser la solución. Ese puede ser el camino más eficaz a seguir, por lo menos en un primer momento.

-Las diputaciones, con los bipartitos de PSdeG y BNG, ¿han dado una vuelta a su papel, como se proponían, o se mantienen con las mismas funciones?

-En tan poco espacio de tiempo es complicado hacerlo. Las diputaciones, mientras existas, deben hacer un reparto objetivo de los fondos. Si hay un proyecto de inversiones en los ayuntamientos de la provincia, debe repartirse el presupuesto de manera objetiva. Cosa que no pasa ni pasó en muchas diputaciones de este país, y en Galicia concretamente. Las diputaciones deben perder el aire clientelar.

-Con la vista puesta en las autonómicas de octubre, ¿qué resultados espera el PSdeG con Leiceaga como candidato?

-El PSdeG ha ido a unas primarias y han salido bien porque el resultado ha sido aceptado por el partido. Hoy la inmensa mayoría del partido está detrás del ganador. Hubiera sido igual si el resultado hubiera sido otro. Los militantes teníamos claro que queríamos primarias y que ganara quien ganara iba a ser nuestro candidato. El objetivo de ser la segunda fuera y volver a recuperar nuestra hegemonía en Galicia se consiguió en las elecciones del 26-J. Leiceaga es un candidato. Presentamos a los gallegos un candidato solvente, que va a ser un extraordinario presidente de la Xunta. ¿Cuántos problemas de los que tiene Galicia se han resultado en los últimos siete años? Sector agrario, pesquero, industrial? Leiceaga tiene mucho que decir para ser ese referente que necesitan los gallegos.

-¿Temen que haya sorpasso y se queden como tercera fuerza?

-Nosotros hemos tenido nuestros problemas, una vez superados, a nivel gallego, nuestro futuro es crecer. Estaba convencido de que en junio no iba a ver sorpasso y en octubre está claro que tampoco.