"Mi parroquia", "mi cura", "aquí siempre se hizo así"... Son algunas de las frases que utilizan los feligreses más reaccios a adaptarse a los nuevos tiempos que vive el clero gallego con la reestructuración de la actividad religiosa en unidades pastorales. El secretario de pastoral de la diócesis Mondoñedo-Ferrol, Antonio Valín, defiende que la iglesia ahora es una unidad pastoral y los sacerdotes que la atienden lo hacen "indistintamente".

Las unidades pastorales -explica- agrupan a varias parroquias con sus agentes de pastoral que permiten un mayor margen de organización que si el mismo trabajo tuviese que hacerlo una sola parroquia. Y según Valín, las ventajas de estas estructuras no solo se aprecian en los núcleos más pequeños con poca población sino también en las más grandes situadas en áreas urbanas.

En la diócesis de Mondoñedo-Ferrol no hay un solo modelo de unidad pastoral. Algunas son grupos de parroquias liderado por un solo sacerdote; otras giran en torno a una parroquia grande como eje central de la actividad religiosa y con otras más pequeñas que se reservan para actos puntuales; y algunas cuentan con varios curas para sacar adelante el trabajo de la organización. Su punto en común radica en que "todo el trabajo se programe y se lleve a cabo entre todos y atendiendo a las necesidades de cada zona".

Valín aclara que la distribución del culto es una de las principales novedades de estas estructuras porque como el párroco tiene que atender a varias comunidades "no puede hacerlo como cuando solo tenía una". En este sentido, apuesta por una reorganización "racional" con medidas como la alternancia de celebraciones en las parroquias e invitando a los feligreses a participar en encuentros comunes en un núcleo, aunque eso obligue a desplazarse a los fieles. Unificar la catequesis por zonas, trabajar en común en la atención a los más favorecidos, celebrar fiestas de unidad que ayuden a "sentirse en familia" son algunas de las estrategias que podrían aplicarse en las unidades pastorales. Para que esta práctica funcionen, desde la diócesis apuestan porque los sacerdotes, religiosos y catequistas que participan en la agrupación se reúnan con frecuencia para programar el reparto de labores y evaluar el trabajo realizado. "La distribución de las tareas ayuda a asumir el compromiso de cada uno y por eso cada sacerdote puede encargarse de un ministerio como la catequesis, la caridad o el culto y uno centrarse en trabajar con niños, otro con las parejas que se van a casar y otro con los enfermos", señala Antonio Valín como ejemplo para gestionar una unidad pastoral de forma eficiente.