En un aeropuerto de California, María José Acevedo recibía vía WhatsApp la noticia del incendio que se extendía por la localidad pontevedresa de Redondela la tarde del martes. Sus padres viven en A Nogueira, cerca del monte. Ella emprendía el viaje de vuelta "angustiada, porque no me podía comunicar con ellos". Eran de los vecinos desalojados de sus casas por la cercanía del fuego. Su padre, Manuel Acevedo, se queja de que la Policía les obligó a abandonar las viviendas "a empujones, y alguno casi fue detenido", afirma. Lo que más le duele es que las fincas en las que cultivan patatas y viñas ardieron "porque ni nos dejaron echar un cubo de agua". Ahora sonríe, con su hija recién llegada y aliviados porque el fuego no afectó a las casas. "Hace diez años no fue así, apenas vinieron equipos de extinción pero los vecinos pudimos apagar el fuego con nuestros propios medios", asegura.

Más arriba, otra vecina a la que desalojaron señala que "a nadie le gusta que le echen de casa cuando la ves en peligro, pero [la policía] era lo que tenía que hacer".

Entre Ventosela y O Viso, por los caminos se aprecia un antes y un después del incendio. A un lado, las casas intactas; al otro, suelo negro y humeante. Un fuerte olor a eucalipto quemado invade la zona.

Casi en el límite con Reboreda, Begoña y Chuco riegan con una manguera el monte alrededor de su casa. "Venimos de veraneo y vimos el humo acercarse; cuando me di cuenta eran las llamas avivadas por el viento. Salí corriendo hacia Redondela, hasta dejé todo abierto", cuenta ella. Él pasó la noche junto a los efectivos desplazados al lugar para evitar la propagación del incendio. "Hay que quitarse el sombrero ante esta gente", dice sobre los militares de la UME que ayer por la tarde aún apagaban rescoldos. "Me sorprendió su tranquilidad y su profesionalidad", añade Chuco.

Los efectivos, la mayoría venidos desde León, instalaron una base junto a Aldeas Infantiles. Hasta ahí no llegó el fuego después de trabajar toda la noche y refrescar, junto a los demás equipos, durante la mañana.

El fuego sí quemó más superficie en el extremo donde se originó, en Alxán y Moreira. Iago Vidal y Alicia Dantas señalan que se reavivó cerca de sus casas, pero agradecen la llegada de la UME que "en media hora lo atajaron con bombas e hicieron un cortafuegos".

Hasta las cuatro de la madrugada estuvieron evitando que el fuego llegase a las casas. "El sueldo se lo tienen ganado", dicen ante el terreno que aún se ve verde a su alrededor.

Unos y otros se vieron sorprendidos por la voraz ola de incendios que azota la comunidad.