En 2012, el PP quería centrar su campaña electoral en Feijóo, convirtiendo los intentos de sus adversarios por poner el foco en los recortes también de Mariano Rajoy en una demostración de lo difícil que era atacar a su jefe de filas. El partido respiró aliviado cuando el actual presidente de la Xunta aceptó presentarse por tercera vez. Ahora, el calendario político estatal puede jugarle una mala pasada a los populares, rebajando atención al que consideran principal activo para compartirla con Rajoy.

El presidente del Gobierno en funciones se enfrenta la semana que viene a la sesión de investidura, más de dos meses después de las generales. El PSOE parece no ceder al órdago que obligaría a terceras elecciones en Navidad en caso de fracasar. Ante ese panorama, Rajoy podría intentar una segunda investidura tras el 25-S -fecha electoral en Galicia y Euskadi-, aunque esta se vería afectada por el inicio del juicio a la trama Gürtel el 4 de octubre.

De esa forma, el PNV se vería menos presionado para poder negociar su voto en el Congreso, pues ya tendría resultado, y las citas electorales vasca y gallega serían un campo de pruebas estatal.

La campaña gallega, por tanto, se enfrenta al riesgo de ser fagocitada por los mensajes en clave de gobernabilidad estatal, enterrando la autonomía política que blinda el estatus de nacionalidad histórica. Feijóo ya alerta ahora contra el contagio de una inestabilidad contra la que se erige en vacuna, pero también prepara una batería de ofertas electorales tras años de vacas flacas, como anunció tras octubre como reacción a sus resultados electorales municipales el año pasado. Esa parte del mensaje tendría menos hueco y los comicios serían también un referendo a Rajoy.

El desgaste de las siglas era señalado en privado por miembros del PP como causa de la pérdida de poder tras las municipales o en las generales del 20-D, si bien el 26-J en Galicia remontaron cuatro puntos. Miraban más a Madrid para explicar ese efecto que a San Caetano. Está por calibrar la repercusión de que Rajoy, que el sábado abre el curso en Cotobade, sea ahora un protagonista inesperado.