Menos de diez minutos. Ese es el tiempo que muchos psicotécnicos dedican en cada renovación del carné de conducir y que incluye poco más que pruebas de visión, audición, reflejos y una minientrevista con el psicólogo. Una consulta que en el caso de los mayores de 65 años, un colectivo que preocupa especialmente en Galicia debido a su elevado índice de envejecimiento, debería ser más rigurosa para evitar que sigan al volante personas con las condiciones psicofísicas mermadas que pongan en riesgo su vida y la de otros usuarios. Ante el aumento de automovilistas de avanzada edad interceptados en el último año en sentido contrario por autopistas y autovías gallegas, la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil abrió a principios de año una investigación ante las sospechas de que había psicotécnicos que aprobaban a conductores no aptos y reforzó el control sobre los mayores de 65 años, enviando a un examen médico del Sergas a aquellos que hagan dudar de su aptitud para estar al volante o hacerlo sin restricciones. Las indagaciones apuntan hacia la comisión de un presunto delito de falsedad en la emisión de certificados en al menos seis psicotécnicos en la comunidad, entre otras irregularidades, según avanzó este periódico el pasado mes de junio.

Pero las primeras conclusiones en la parte penal de la investigación han derivado hacia la apertura de nuevas pesquisas en la vía administrativa, que colocan en el punto de mira a más de 50 psicotécnicos en Galicia por el incumplimiento del reglamento, bien por falta de diligencia y rigor a la hora de realizar las pruebas médicas o por falta de facultativos, según desveló ayer el fiscal de Seguridad Vial en Galicia, Carlos Gil, quien el martes se reunió en Santiago con responsables de la Agrupación de Tráfico en la comunidad y de los Grupo de Investigación y Análisis de Tráfico (GIAT) para analizar el curso de las investigaciones.

"Los GIAT han desarrollado durante estos meses una labor ingente. Esperamos tener los resultados a finales de año", detalló Carlos Gil. El punto de partida de esta investigación, pionera en España, son los resultados de los chequeos del Sergas a los conductores requeridos por parte de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil en Galicia, que solo en el primer semestre de este año requirió un nuevo chequeo por parte de la Consellería de Sanidade a un total de 132 conductores de más de 65 años, el 30% más que en todo el año pasado. La mayoría no se presentaron a la revisión, con lo que su carné de conducir fue revocado, y de los que acudieron un total de 37 fueron declarados "no aptos".

A partir de esos primeros resultados, los equipos del GIAT se centraron en estudiar los conductores con enfermedades crónicas, el colectivo de mayores de 65 años, así como los centros de reconocimiento de conductores en la comunidad con mayor número de "aptos" y los que concentran la mayor demanda, entre otros parámetros.

Agrupación de Tráfico y Fiscalía de Seguridad Vial iniciarán ahora una nueva fase en la investigación. A los casos de conductores y psicotécnicos ya analizados se sumarán los resultados de los exámenes médicos extraordinarios solicitados por policías locales, familiares de mayores de 65 años o juzgados. Una vez cerrada la investigación se cursarán, si así procede, las correspondientes diligencias a la Fiscalía en los casos que se aprecie la comisión de un delito en la renovación de los permisos de conducir o de informes a las Jefaturas de Tráfico para que tramiten multas a los psicotécnicos que incumplan el reglamento.

Desde la propia asociación de Centros de Reconocimiento de Conductores (CRC) advertían a este periódico tras la apertura de la investigación de que pese al cambio de reglamento por parte de la DGT más del 60% de los psicotécnicos no cumplen el protocolo de exploración. Pese a que el reglamento permite fijar restricciones a la hora de renovar un permiso de conducir -periodos de revisión más cortos, límite de velocidad o de entorno o la obligación de ponerse al volante con acompañantes-, estos dictámenes son excepcionales.

Los conductores mayores son prudentes, pero la pérdida de reflejos les hace reaccionar con mayor lentitud ante un imprevisto. Son responsables, pero con frecuencia se despistan en la carretera, poniendo en riesgo su seguridad y la de los demás. Estas son las principales conclusiones del informe elaborado por la Fundación Línea Directa Mayores de 65 años, peligro real o mito social. Y es que según el número de automovilistas que hay en cada tramo de edad, los de avanzada edad tienen cuatro veces menos siniestros que los menores de 25 años y la mitad de los que tienen entre 25 y 44 años.

¿Las razones? El colectivo de mayores de 65 años respeta más los límites de velocidad, no son agresivos en la conducción y aceptan mucho mejor sus propias limitaciones (auditivas y visuales), lo que, entre otras cuestiones, les hace recorrer menores kilómetros y conducir menos por la noche.

Ahora bien, cuando se produce un accidente de tráfico su mortalidad multiplica por multiplica por 2,5 respecto la del resto de conductores. Los motivos son claros: mayor debilidad física y la propia naturaleza de su accidentalidad -salidas de vía-, generalmente golpes más severos.

El estudio incluye una encuesta a conductores que revela la gran desconfianza hacia los que superan los 65 años. De hecho, más de 10 millones de conductores dicen haber sufrido alguna situación de riesgo provocada por aquellos; otros ocho millones los califican de "peligrosos" y 4,4 millones retirarían el permiso a sus propios familiares de más edad.

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