El IBI es la principal fuente de financiación de los ayuntamientos. Tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, las administraciones locales tuvieron en el recibo de la contribución un balón de oxígeno: en los últimos años el alza de este impuesto osciló entre el 4% y el 10%. Desde 2010, la recaudación del IBI en los ayuntamientos gallegos se disparó un 30%, hasta batir un nuevo récord el año pasado con un total de 484 millones. Este ejercicio, el encarecimiento se toma una tregua. El tipo medio aplicado para este tributo en el conjunto del país ronda el 0,6 en suelo urbano. El coeficiente se sitúa en niveles de 2011, con un descenso en el conjunto del país respecto a 2014 del 2,5%. En Galicia, la caída es del doble: 5,2%.