Es la hora de las palas, los picos, los punzones y las brochas. El duelo que comenzó hace casi 70 años para los familiares de cuatro guerrilleros antifranquistas abatidos en los montes de Paramos (Val do Dubra) está a punto de terminar. Voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), el grupo originario del Bierzo leonés promotor de las primeras exhumaciones de víctimas del franquismo en España, empezarán mañana lunes la apertura de la fosa en la que yacen los restos de cuatro miembros del destacamento Manolo Bello, perteneciente a la IV Agrupación del Ejército Gerrillero de Galicia. Tras ser descubiertos por la Guardia Civil en la casa donde se escondían en marzo de 1949, un fuerte tiroteo puso fin a su huida a menos de 20 kilómetros de la casa en la que estaban

refugiados en la parroquia de Zas (Negreira).

En el cementerio de Paramos, según consta en la causa del año 49, fueron enterrados Vicente Peña Tarrasa (natural de Palma de Mallorca y residente en Narón), Manuel Pena Camiño (vecino de A Coruña), José María Castelo Mosquera (nacido en Iñás, en Oleiros) y Manuela Teiga (natural de la aldea de Aro, en Negreira). Sin embargo, investigaciones posteriores permitieron al historiador José Manuel Tuñas contactar con familiares del guerrillero Erundino Vieito (A Baña), a quien sitúan en la zona la fecha del tiroteo e identifican como el cuarto guerrillero abatido en el enfrentamiento con la Guardia Civil y cuyo rostro quedó desfigurado tras la explosión de una bomba de mano.

Serán finalmente las pruebas de ADN las que pongan nombre a los cuatro guerrilleros enterrados en el atrio del cementerio, en el lateral de la iglesia. "De confirmarse las sospechas de la familia, el cuarto cuerpo sería el de Erundino y no de Manuel Pena", apunta Tuñas, quien recuerda que tras publicar A flor da figueira, una historia de la crónica social de Negreira en la que recoge lo ocurrido en los montes de Paramos hace casi siete décadas, conocidos de la familia de Vieito se trasladaron tras el tiroteo al lugar del enterramiento cuando les estaban practicando las autopsias y reconocieron a su vecino entre los fallecidos.

Fuga y tiroteo

Llevaban tres meses en el mismo punto de apoyo cuando fueron descubiertos por la Guardia Civil. Refugiados en una casa de la familia Teiga en la parroquia de Zas, estaban ocultos cinco guerrilleros, de los que tan solo uno „Manuel Ramiro Souto„ logró salvarse del tiroteo, según documentación recabada por la ARMH.

Apenas pasaban quince minutos de las ocho de la mañana de aquel 5 de marzo cuando la Guardia Civil rodeó la vivienda de Carmen Teiga. El grupo logró huir

de la casa, pero al poco de salir

del domicilio la balas alcanzaron a Carmen, que resultó herida de gravedad. Su compañero Castelo, según consta en las informaciones de los propios guerrilleros, puso fin a su agonía.

Con el apoyo de una de las residentes en Zas, Manuela Teiga, que junto a su tía Carmen actuaban como enlace con el grupo de guerrilleros, pudieron continuar su escapada. A esta huida Manuela también se sumó por el temor a las represalias. Pero su huida al norte de la provincia finalizó a las cuatro de la tarde, sorprendidos a apenas 20 kilómetros del punto de partida, según relata Alejandro Rodríguez Gutiérrez, historiador de la ARMH. En los montes de Paramos, el grupo fue cercado por la Guardia Civil. El tiroteo deja como resultado cuatro bajas: Castelo, Peña, Pena y Manuela Teiga. Solo logra escapar Manuel Ramiro, quien después de dos días de huida, logra llegar a Ordes, donde contacta con un punto de apoyo y es recogido por otros compañeros.

Parte de la memoria enterrada por el franquismo en el cementerio de Paramos podrá ver la luz la próxima semana. El equipo de voluntarios de la ARMH pondrá nombre a los cuatro guerrilleros que yacen a un metro de profundidad en una fosa de cuatro metros con veinte de largo.