Uno de cada cinco pisos construidos en 2008 en Galicia todavía está sin vender o alquilar. De las viviendas levantadas antes de que estallase la burbuja inmobiliaria, en la comunidad gallega más de 24.000 todavía hoy están vacías, un 34% menos que las más de 36.000 contabilizadas en pleno apogeo del sector del ladrillo. Pero en los dos últimos años, el mercado inmobiliario se ha reactivado con un aumento de la demanda y también de los precios.

Esta tímida recuperación, que según los expertos continuará este ejercicio, conllevará la construcción de nuevas viviendas para satisfacer la demanda que surja durante los próximos años. El stock del llamado suelo finalista en Galicia (aquel en el que se puede construir sin más trámite que la obtención de la oportuna licencia municipal de obra) permite levantar, al ritmo actual y previsto de construcción, un total de 53.668 viviendas que abastecerían el mercado durante los próximos 7 años, según el informe Radiografía del stock 2016: suelo y vivienda nueva presentado ayer por la tasadora Tinsa.

De cumplirse las previsiones del sector, la provincia de A Coruña agotará en 7,3 años los solares edificables con los que cuenta en la actualidad, con una extensión que permite levantar un total de 21.866 viviendas. En el caso de la provincia de Pontevedra, los terrenos disponibles en las áreas de expansión de fuera de los cascos urbanos solo bastan para construir 14.552 pisos y abastecer la demanda durante tres años. Los poco más de 11.000 inmuebles que se pueden edificar en el suelo vacante de la provincia de Lugo serán absorbidos por el mercado en los próximos cinco años; mientras que los apenas 6.300 pisos que se podrían construir en Ourense cubrirían la demanda de los próximos 20 años, según las previsiones de Tinsa.

En Galicia, con suficiente suelo urbanizable a medio plazo destacan los municipios coruñeses de Ribeira y Miño. Y con menos solares vacantes, están Sanxenxo, Viveiro y Boiro.

La reactivación de la construcción en los últimos dos años y la falta de suelo edificable, según concluye la tasadora Tinsa, pueden generar "tensiones" en el mercado de obra nueva. En el mapa de zonas afectadas aparece marcada en rojo una ciudad gallega: Vigo. El resto son áreas de expansión al norte de Madrid, y las ciudades de Barcelona, Málaga, Barakaldo y Getxo, San Sebastián, Tarragona, Almería, Huesca, Jaén, Albacete o Zamora, y zonas de la costa Brava, Ibiza, Mallorca, Las Palmas o Arona y Adeje, en Tenerife.

Desde la patronal de promotores inmobiliarios APCE, su presidente, Juan Antonio Gómez-Pintado, urgió ayer una bolsa de suelo finalista a precios razonables y en una cantidad suficiente que posibilite nuevos proyectos y facilite el acceso de los jóvenes a la vivienda. "El suelo empieza a preocupar: no va a ser nada nuevo para nuestro sector", advirtió Gómez-Pintado durante la presentación del informe de Tinsa, ya que , según apuntó, se está expulsando a muchas empresas de las primeras coronas de las ciudades.

Los solares existentes en la actualidad en España permiten levantar casi 1,6 millones de viviendas, una cantidad que sería suficiente para abastecer el mercado durante los próximos 8,6 años. En estos momentos hay más de 63.000 viviendas en construcción. La mayoría se reparten entre Madrid (15.900), Alicante (5.500), Barcelona (4.500), Vizcaya (2.500). Guipúzcoa (2.300) y Zaragoza y Málaga (2.000).

La distribución del stock potencial de viviendastock en los suelos ya desarrollados es muy heterogénea. Segmentado por grandes áreas, las capitales de provincia y las ciudades de más de 50.000 habitantes aglutinan el 52% de la oferta prevista. Otro 15,2% está en las áreas de influencia de las grandes urbes. El resto se reparte entre los municipios costeros de la Península (casi 15%), las zonas rurales (12,6%) y las islas (5,5%). En términos globales, más del 22% de los solares vacantes en España podrían agotarse en menos de dos años. Pero casi un 49% tiene un horizonte de un lustro y otro 28,7% supera la década.

En cuanto al stock de la viviendas vacíasstock, que antes de que estallase la crisis llegó a superar en España las 687.000, en la actualidad apenas quedan 340.000, un 12,6% menos que el año pasado. En el caso de Galicia, quedan poco más de 24.000, casi cuatro puntos menos que en 2015 y la cifra más baja desde el pinchazo de la burbuja.