De ser la cuarta autonomía que más recaudaba por herencias, Galicia se ha convertido en una comunidad donde abrir el testamento de familiares directos ya no es un quebradero de cabeza porque el 99% de los contribuyentes están exentos de la tributación. La reforma fiscal de la Xunta, que entró en vigor en enero del año pasado, permite que por legados de 400.000 euros no se tenga que rendir cuenta alguna con el fisco y los que superan esa cantidad solo tributan por el valor que queda por encima.

La reforma ya ha tenido impacto en las cuentas de 2016, pero este ejercicio el alcance será todavía mayor. A las arcas autonómicas fueron a parar el año pasado 149 millones por el impuesto de sucesiones, cuando en 2015 los ingresos habían superado los 181 millones, según datos de la Consellería de Facenda. La caída en solo un año superó el 17%, un balance que rompe la tendencia al alza de los últimos años, con la excepción del periodo 2014-2015, que pasó del récord de recaudación en la comunidad, con más de 251 millones, a 181.

En el conjunto del país, también se produjo una caída en los ingresos por este tributo, aunque muy inferior a la registrada en Galicia, de poco más de un 2% al pasar de los 2.757 millones en 2015 a casi 2.700 el año pasado, sin contar País Vasco ya que el tributo en esa comunidad lo cobran las diputaciones.

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Si la reducción en los ingresos ya es notable en el primer año de la aplicación de la reforma, Facenda avanza que este ejercicio se notará todavía más, tanto por el plazo dado para la liquidación de las herencias como por la rebaja del IRPF. El principal motivo es que al cien por cien de las herencias liquidadas en 2017 se les aplicará la rebaja de impuestos de la Xunta, algo que no ocurrió en 2016 ya que ese ejercicio se liquidaron muchas herencias del año 2015. Y es que desde el momento del fallecimiento hay un plazo de seis meses para liquidar el impuesto de sucesiones. La previsión es que este año se recaudan 136,5 millones, según recogen los presupuestos autonómicos.45.000 contribuyentes al año

Tras años en la parte alta del ranking autonómico en lo que a recaudación del impuesto de sucesiones se refiere, las reformas fiscales han dado un vuelco a esta situación. Galicia dejó de ser la cuarta comunidad que más recaudaba por herencias, pese a representar el 6% de la población del país, y se convirtió en una de las comunidades donde menos se paga cuando toda abrir un testamento y aceptar una herencia en línea ascendente o descendente (hijos, padres, abuelos, nieto o cónyuges). Cuando la Xunta aprobó la reforma, había estimado que unos 45.000 contribuyentes se beneficiarían cada año de la exención.

Desde enero del año pasado, los herederos mayores de 25 años dejan de tributar por cuotas líquidas inferiores a los 400.000 euros -excluyendo la vivienda habitual- y cuando se supera ese límite lo hacen solo por la diferencia. Antes de la reforma fiscal, el techo estaba en 125.000 euros, con la particularidad de que sobrepasada esa cuantía solo estaban exentos los primeros 18.000 euros.

Antes de la reforma fiscal de la Xunta, un gallego podía llegar a pagar 27.000 euros por una herencia por la que en Madrid, por ejemplo, apenas abonaría 1.200 euros. La brecha fiscal entre comunidades hacía que un contribuyente en Galicia tuviese que desembolsar hasta 22 veces más que en autonomías con el impuesto de sucesiones rebajado. En la actualidad, Galicia está en el otro extremo de la tabla. Un ejemplo: un hijo de 35 años que hereda de su padre bienes por un valor de 500.000 euros, incluida la casa habitual del fallecido valorada en 100.000 euros.

En Galicia, ese heredero no tiene que desembolsar ni un euro. Pero en el resto de comunidades deben pagar desde apenas 30 euros en Canarias o 95 en Cataluña, a entre 1.500 y casi 2.000 de Castilla-La Mancha y Baleares, pasando por los casi 5.000 de Castilla y León a los más de 16.000 de Extremadura o casi 21.300 de Aragón.

Hasta el año pasado, abrir un testamento e convertía en un quebradero de cabeza para los herederos. Incluso cuando el legado recibido solo incluía inmuebles o dinero en efectivo y no había deuda alguna del fallecido a la que hacer frente. El desembolso que había que asumir antes de la reforma fiscal de la Xunta era tan considerable que muchos contribuyentes se planteaban renunciar los bienes que le dejaban sus padres o abuelos porque no podían hacer frente al pago del impuesto de sucesiones. Cada gallego que abría un testamento pagaba de media antes de la rebaja fiscal de la Xunta unos 6.200 euros. En la actualidad el desembolso, es cero.

2012 y 2014 fueron dos ejercicios excepcionales para las arcas autonómicas en los ingresos por sucesiones. Esos dos años, se superó la barrera de los 200 millones. ¿La razón? Los dos planes especiales de control tributario puestos en marcha por la Consellería de Facenda.

Junto con la reforma fiscal de la Xunta, otra de las modificaciones legales que beneficia a los contribuyentes gallegos en materia de herencias en la sentencia del Supremo de febrero del año pasado que exime del pago del IRPF los pactos sucesorios en vida. Este cambio legal dejó el año pasado en Galicia una cifra récord de transmisiones en vida: casi 15.000, cerca de 6.400 en A Coruña.