"Galicia ha mantenido su autonomía financiera al no acudir al FLA, pero con el riesgo de haber soportado los costes del ajuste que otros no hicieron y de acabar soportando el endeudamiento de otros, si la deuda de las comunidades del FLA pasa a ser del Tesoro", advierte Santiago Lago, que ha colaborado al frente del grupo GEN y la red Rifde en la organización de una jornada, junto al Banco de España y el Mecanismo de Estabilidad Europe (MEDE), sobre la financiación autonómica en los mercados. La Xunta, con el respaldo del PSdeG, lo designó para la comisión estatal de expertos que tendrá que elaborar una propuesta para revisar el modelo de financiación autonómica.

-Mañana se celebra en Madrid una jornada sobre la financiación de los mercados por parte de las administraciones autonómicas. ¿Cómo surgió la colaboración con el Banco de España y el MEDE?

-Es resultado de una cooperación inteligente a escala gallega. La Universidade de Vigo y la Xunta llevan apoyando desde 2008 las actividades de la Red de Investigadores en Financiación autonómica y Descentralización financiera en España (Rifde) de forma que hoy la red es referencia en España. Cuando el Banco de España y el MEDE buscan a un socio en el mundo universitario para abordar el análisis de un problema real hoy en el sistema autonómico, Rifde aparece de forma natural.

-¿Qué significa para su grupo colaborar con el Banco de España y el MEDE?

-Es un motivo de doble satisfacción. Como gallegos, porque es una demostración de que desde Galicia se pueden liderar o coliderar debates públicos junto a instituciones estatales e internacionales de primer nivel. Y ese liderazgo se traduce, de una u otra manera, en una ventaja comparativa a la hora de abordar los asuntos. Y como profesores de la Universidad, porque correspondemos al apoyo que nos brinda nuestra institución.

-¿Por qué una jornada centrada exclusivamente en la financiación regional en los mercados?

-En el plano financiero, existen en estos momentos dos grandes asuntos pendientes de solución. La reforma de la financiación autonómica, para la que el Gobierno de España ha constituido una comisión de expertos, y la estrategia de salida para la deuda autonómica emitida por el Tesoro. Y esto se divide, a su vez, en dos problemas. El primero es la forma en la que se metaboliza la deuda, sobre todo en el caso de las comunidades que más han recurrido a los mecanismos de apoyo del Estado (Comunidad Valenciana y Cataluña, entre otras). Y el segundo, en cómo se hace para que las comunidades autónomas vuelvan a los mercados a financiar sus propias emisiones de deuda, como lo hacían sin dificultades en la década pasada. La posición de Galicia es cómoda en el sentido de que se ha hecho escaso uso de ese apoyo y, en general, su deuda ha sido de las que menos han aumentado a lo largo de la crisis. Pero también plantea riesgos si al final se opta por soluciones de condonación parcial o total de la deuda del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), porque habríamos soportado los costes del ajuste que otros no hicieron y acabaríamos teniendo que soportar el endeudamiento de otros: si la deuda de una comunidad pasa a ser del Tesoro somos el conjunto de los españoles los que la asumimos.

-Galicia rehuyó acudir al FLA para evitar la tutela del Estado. Sin embargo, la oposición, incluso desde posturas nacionalistas, le ha reprochado que haya renunciado a financiarse más barato. ¿Usted qué hubiera hecho?

-De entrada, el acceso al FLA imponía un mayor control de la Administración central y, por tanto, una cesión de autonomía. Hacienda tenía mucho interés en que todas aceptasen el FLA para contar con mayor capacidad de intervención. Por tanto, no haber accedido al FLA ha tenido un primer efecto positivo que ha sido ese mantenimiento de la autonomía. Además, las comunidades que no accedieron al FLA han acabado contando con el Fondo de Facilidad Financiera (FFF) que hoy ofrece mejores condiciones que el FLA. Dicho lo anterior, creo que el debate en el Parlamento debería reconducirse para centrarlo. En primer lugar, la Xunta debería ofrecer una cuantificación transparente y sencilla de cuál fue el coste de las emisiones de deuda y créditos contratados desde 2012 hasta la actualidad, y cuál habría sido el coste si una parte de esa deuda hubiese sido financiada por el FLA -perdiendo la ventaja de haber accedido al FFF-. Sin esa cuantificación, el debate está condenado a enquistarse. Al final, lo que necesitamos es saber si haber renunciado a la intervención del ministerio ha tenido un coste financiero y, en su caso, cuánto. En segundo lugar, Galicia debería reflexionar sobre una posición conjunta sobre la metabolización del FLA que apuntaba antes. Personalmente, creo que este segundo asunto es el que más debería preocuparnos por sus implicaciones.

- Galicia peleó para ser compensada por su buena situación financiera y se creó el conocido como FLA bueno para las comunidades que consiguen financiación a interés cero sin renunciar a su autonomía financiera. ¿Cúanto tiempo calcula que Galicia podrá seguir financiándose a interés cero, ahora que la economía empieza a recuperarse ?

-Está claro que el FLA bueno o FFF es una solución compensatoria ad hoc sin una justificación técnica evidente. Los intereses en los mercados siguen en mínimos históricos, por lo que la clave del debate es el tiempo adicional en el que las comunidades autónomas seguirán lejos de los mercados. Es verdad que algunas han vuelto a emitir deuda en los últimos meses, pero los mecanismos del Tesoro siguen siendo dominantes. En la jornada del jueves discutiremos precisamente sobre la justificación y viabilidad de que esto siga siendo así sine die.

-Usted es el experto nombrado por la comunidad autónoma de Galicia para la reforma de la financiación autonómica. ¿Puede avanzar algo sobre cómo van los trabajos?

-Por respeto al funcionamiento de la comisión, creo que no debo pronunciarme al respecto más allá de dos ideas. La primera es que la estructura de la domisión hace el trabajo muy difícil. Escribir un informe entre 20 personas consiguiendo consensos que vayan más allá de generalidades es una tarea ímproba. La segunda es que estamos trabajando intensamente y haciendo todo lo posible para compensar esa dificultad objetiva.