El teléfono de la centralita que Sogama tiene ubicada en la sede central de Cerceda (A Coruña) funciona a veces como una oficina de objetos perdidos. Con frecuencia, su tono suena con el apuro angustioso del que quiere ganarle una carrera al tiempo. Casi siempre, sin embargo, la llamada llega demasiado tarde.

Ninguna de las decenas de personas que, anualmente, tratan de recuperar aquello que sin quererlo o saberlo perdieron entre lo que despachaban de sus casas, lograron recuperarlo. Una vez que el ferrocarril o los camiones de recogida municipal de basura se desentienden de su carga para cederla a la gestión de la compañía, no hay botón posible de rebobinado.

La empacadora trabaja sin conciencia de lo existente entre las 2.200 toneladas que su cinta transporta cada día, por lo que la lista de desdichados dueños incluye desde a los que perdieron cantidades indeterminadas de dinero a los que se le extraviaron joyas, trajes de comunión o vestidos para un bautizo.