Os Ancares fue uno de los últimos territorios de España a donde llegó la luz eléctrica. Sucedió en plena década de los setenta. Entonces la carretera no llegaba a Piornedo. No había más comunicación que los caminos. Y las mulas eran el medio de transporte para los nativos de la aldea prerromana mejor conservada de Europa. Aunque ya han pasado casi 40 años desde que se presentó el primer proyecto de rehabilitación para convertir la zona en parque natural, todavía hoy nada se ha hecho por recuperar uno de los pocos núcleos rurales que conserva la cultura celta.

Dos de los hombres que durante más de la mitad de su vida se han dedicado al estudio de la naturaleza y el patrimonio cultural de Os Ancares, el arquitecto coruñés Pedro del Llano y el biólogo Javier Castroviejo, de Bueu, participaron ayer en unas jornadas organizadas por la Universidade de Santiago sobre Biodiversidad y patrimonio en Os Ancares: pasado, presente y perspectivas de futuro. El encuentro, que concluirá el domingo y que cuenta con la participación de una docena de expertos, pretende fomentar la conservación y promover el desarrollo socioeconómico, utilizando la biodiversidad y el patrimonio cultural como objeto de estudio y aprovechamiento, así como exponer experiencias de gestión en la montaña gallega y áreas con características similares y mostrar las posibilidades de la zona.

Pese a haber trabajado más de 40 años en Os Ancares y haber "peleado" por proyectos de recuperación de un lugar apartado de todo y de todos, Del Llano y Castroviejo coinciden juntos por primera vez en la tierra de las pallozas, unas cabañas cubiertas a base de paja diseñadas para sobrevivir a los largos inviernos de la montaña. Y lo hacen para reflexionar sobre lo que fueron Os Ancares, lo que pudieron haber sido ya hace décadas y lo que deberían ser en un futuro no muy lejano.

En el relato del arquitecto coruñés aparecen todos los proyectos que promovió para recuperar la zona de la montaña lucense. El que se suponía iba a convertir esa zona de la montaña lucense en parque natural se desvaneció pocas horas antes de que se comenzase a trabajar en las aldeas. A finales de los años setenta, Del Llano presentó su propuesta, avalada por el Consello da Cultura Galega. Entonces ya se había empezado a hacer un inventario de las pallozas en Galicia y luego llegó el proyecto de rehabilitación integrada para la aldea de Piornedo. "Por una u otra razón, quedaron parados", recuerda el arquitecto coruñés. "La Administración -apunta-- tiene una gran parte de culpa, pero también los vecinos". Y es que en Galicia, lamenta, "todos los campesinos y los que antes llevaban boina tienen una obsesión: utilizar la propiedad sin límites". Fue precisamente la carta de algún vecino de la aldea del Neolítico a la Xunta la que paralizó el proyecto de rehabilitación de Os Ancares, que ya había sido adjudicado por el Gobierno de Fraga con un presupuesto de 200 millones de las antiguas pesetas. "Por razones políticas e intereses personales, el contrato fue rescindido de la noche a la mañana", recuerda el arquitecto coruñés encargado de la rehabilitación de Os Ancares.

La paralización del proyecto se produjo con el nacimiento de la Cidade da Cultura, un macrocomplejo con el que Del Llano se había manifestado muy crítico. Fraga decidió darle un "escarmiento" y puso punto y final al proyecto de restauración y acondicionamiento.

Cuatro décadas después de haber iniciado sus primeros trabajos en la montaña lucense, Pedro del Llano y Javier Castroviejo apuestan por situar en el presente el conjunto histórico-artístico y natural y convertirlo en el futuro en un enclave de atracción. "La Adminitración debe actuar con rigor, comprensión y coherencia para hacer un trabajo integral. Es una tontería que por incultura alguien diga que es una insensatez recuperar la naturaleza y el patrimonio natural de la zona", defiende. Convirtiendo Os Ancares en un parque natural, los propietarios, insiste, conservarán sus derechos y la zona se convertirá en uno de los parajes protegidos únicos de Europa.