Europa revisó en 2010 los valores máximos que la industria comunitaria puede generar en emisiones de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno. Lo hizo muy a la baja. "Más estrictos", como recuerda el proyecto de orden del Ministerio de Industria para regular "la información, el control, el seguimiento y la evaluación de las grandes instalaciones de combustión".

Hay dos posibles vías para acogerse a las excepciones. O bien la inclusión en el Plan Nacional Transitorio, que les permite superar los techos fijados en la normativa a cambio de que en 2020 sí lo hagan tras llevar a cabo las inversiones necesarias para limpiar su actividad. O directamente agarrarse a la exención por vida útil limitada, con la obligación de reducir su funcionamiento.

En el primer grupo están las dos térmicas gallegas. As Pontes deberá reducir un 75% sus emisiones de dióxido de azufre hasta 2020, un 50% las de óxido de nitrógeno y un 80% el lanzamiento de partículas a la atmósfera. El mismo tijeretazo que tiene que aplicar la central de Meirama en las suyas. El recorte en la fábrica de Alúmina en San Ciprián alcanza el 92% en dióxido de azufre, el 78% en óxidos de nitrógeno y el 76% en partículas.

Entre las instalaciones acogidas a la exención por vida útil están los dos grupos de cogeneración de Repsol en su refinería de A Coruña.