Tras una sucesión de guerras y conflictos a principios del siglo XIX, se instauró un panorama de inseguridad y villanía en todo el territorio español. Para hacerle frente el II Duque de Ahumada creó el 28 de marzo de 1844 la Guardia Civil, cuya razón de ser no era otra que el blindaje de los montes y caminos y la represión de los bandoleros y contrabandistas que se escondían por los caminos más recónditos del país para dotar de seguridad y protección a estas tierras. Más de 170 años después, esta intrínseca función de la Benemérita se pone más de manifiesto que nunca en las labores diarias de vigilancia y prevención que los efectivos realizan en las diferentes rutas del Camino de Santiago; escenario boscoso, rural y en ocasiones remoto que evoca esos camino rústicos y desolados de los años 1800 que tanta cautela requerían.

Concretamente, las rutas que transitan por el camino portugués están custodiadas por diversas unidades y grupos de la Guardia Civil. No hay punto en el trayecto xacobeo que no cuente con sus particulares custodios. Flechas verdes para que ningún peregrino pierda el Camino.

Escuadrón de Caballería. Un paraje clave en esta vía de peregrinación es sin duda el punto de partida: si bien muchos portugueses arrancan de Oporto, la gran mayoría de los caminantes marchan desde Tui. El municipio del Baixo Miño recibe a diario, especialmente en los meses de primavera y otoño, a cientos de viajeros armados con sus mochilas, bastones y ganas, muchas ganas. Y para recibirlos forma filas el escuadrón de Caballería de la Guardia Civil.

Elmer, Mariachi y Genio, o lo que es lo mismo, sus jinetes Mari Carmen, Samuel y Fernández vigilan todos los accesos rurales del Camino ademas de auxiliar a peregrinos extraviados o incluso prevenir y alertar sobre posibles fuegos en los boscosos trayectos que los conectan. "Nuestras intervenciones van desde auxilios sanitarios a un caminante que ha sufrido cualquier tipo de herida como indicaciones o ayuda a personas que se han perdido, y también por la facilidad que nos dan los caballos la observación del terreno para alertar de incendios o prevenirlos", explica el cabo primero de este escuadrón.

Seguridad ciudadana. Pero no todo es andar y caminar. Lo importante del Camino es disfrutarlo, y para eso los momentos de relax en los albergues son claves. Su regulación también es fundamental para el buen hacer de la ruta xacobea. De ello se encargan las patrullas de Seguridad Ciudadana. "A veces somos más guías o sanitarios que agentes", bromea Enrique Rodiño, uno de estos agentes que vela a diario por la seguridad de los peregrinos a su paso por el municipio de Tui. "La verdad es que ver que hablas con ellos, les solucionas sus dudas o les indicas cómo llegar a determinado punto, hace que muchos se sientan más seguros, te lo dicen y eso es de agradecer", explica el efectivo.

Entre sus muchas funciones, destaca el control al que someten a los cuatro albergues que se encuentran en el municipio. "Revisamos los libros de registro y comprobamos que todos los datos estén correctos, normalmente no encontramos errores, como mucho que en un grupo solo se haya registrado un miembro y no todos, pero por lo general la gente colaborar y está concienciada en hacer las cosas como se debe", apuntan.

No dudan en señalar que la delincuencia en el Camino es cosa del pasado. "Ni hurtos, ni peleas, ni robos, y casi ni pérdidas. Cada vez más, estas rutas son más seguras. La relación entre el peregrino y el medio cada vez es más buena" , relata esta patrulla de Seguridad Ciudadana mientras revisa uno de los libros de registros de un albergue de reciente apertura en Tui.

Tráfico. Y es que no solo de monte, bosque y caminos está hecha esta ruta Xacobea. Sus tramos rurales hilvanan también con carreteras e intersecciones donde los vehículos a motor pueden convertirse en un obstáculo si no se toman las medidas necesarias.

Para ayudar y evitar accidentes, la Guardia Civil de Tráfico actúa en los puntos más conflictivos para regular la circulación y cortar puntualmente el tráfico si fuese necesario. José Luis Lameiro y José Sánchez son dos de estos agentes. Reconocen que gran parte de sus intervenciones se producen cuando vienen grupos grandes de peregrinos o escolares.

"Cuando esto ocurre desde la comandancia no avisan para que estemos a tal hora en tal punto y ayudarles a cruzar. Recientemente tuvimos que para la circulación porque venían a hacer el Camino un grupo de 1.000 escolares", relatan los efectivos, quienes reconocen que los ciclistas son los más "problemáticos".

Seprona. Otro cometido a desarrollar por los agentes que cooperan en el Camino es velar por el propio Camino. Para ello están los grupos del Seprona, en concreto tres efectivos motorizados que recorren las sendas y veredas con la vista puesta en el medio ambiente. La búsqueda de personas extraviadas también está entre sus muchos otros cometidos. "Es bastante habitual encontrarnos con estas situaciones, pero conocemos bien el terreno y tenemos el mejor vehículo para ello. Son historias que terminan con un final feliz", explican los agentes, mientras ofrecen indicaciones a un nutrido grupo de senderistas.

Independientemente de la ruta a escoger y el modo de llevarla cabo, por tierra, mar o aire, el Camino cuenta con sus particulares guardianes que ayudan a favorecer su tranquilidad y por lo tanto seguridad. La villanía y bandolerismo presentes en este datado siglo XIX ya no tendrían cabida en estos caminos rurales.