Cuando Gerardo Fernández Albor presidía la Xunta fue víctima de la traición del que entonces era su vicepresidente, Xosé Luís Barreiro Rivas, que dimitió en bloque con otros cinco conselleiros para intentar tumbar su gobierno. Albor resistió e incorporó a Rajoy a su gabinete como vicepresidente, aunque una moción de censura lo apartaría del poder. A Rivas ya lo perdonó hace tiempo y ayer ambos se fundieron en un abrazo.