Eva Pérez volvió a nacer la tarde del domingo, cuando por unos segundos se salvó de quedar atrapada en un coche envuelto en llamas. Siguiendo las órdenes de la Policía Nacional, la joven de 21 años se subió a un vehículo conducido por su novio y en el que también viajaba la madre de este. Eran los segundos de la caravana con la que los agentes intentaron evacuar Chandebrito, parroquia nigranense acosada por las llamas.

Unas unidades más atrás iban las mujeres que, tras una salida de vía, fallecieron calcinadas al no poder abandonar la furgoneta en la que iban. El resto de la fila dio vuelta.

Eva, su novio y la madre de este no. Siguieron por la carretera que va hacia Camos, con el fuego descontrolado a ambos lados. Pero el coche empezó a fallar, y a revolucionarse probablemente afectado por las altísimas temperaturas, de hasta 90 grados Celsius. Así que tras unos minutos de trayecto decidieron abandonar el vehículo. Segundos después, el coche estalló en llamas.

Un vídeo sobrecogedor

La joven, con una calma impactante, registró toda la secuencia en vídeo, unas imágenes probablemente difíciles de olvidar para el que las vea. A la vez, trataba de tranquilizar a la madre de su pareja, sujetaba en el regazo a su gato Musgo e incluso daba indicaciones sobre hacia dónde dirigirse. "Si me muero y alguien encuentra la tarjeta del móvil puede ver qué me pasó", cuenta Eva Pérez qué pensó en esos momentos.

Pero el peligro no acabó al bajarse del coche. El lugar en el que salieron estaba envuelto en llamas y, en un momento dado, la chica se topó con unas silvas que no era capaz de apartar, al llevar el gato en brazos, al que de ningún modo quería abandonar. Llamó a su novio, que acudió a ayudarla, y, con la madre del chico, consiguieron ponerse a resguardo en uno de los núcleos próximos al centro de Chandebrito. Al día siguiente, cuando fueron a visitar la zona, se percató de que se había quedado al borde de una presa de seis metros de profundidad, en la que además había agua.

Una vez a salvo, pensó en sus padres. "Ahí pensé que me había quedado sin familia, sin nadie", narra con la voz entrecortada. Sus padres se habían quedado en casa y la última vez que vio la vivienda de su abuelo estaba entre llamas. El hombre estaba de cumpleaños y a la nieta no le había dado tiempo a felicitarlo. Creyó que solo le quedaría su hermana, que estaba en Vigo, pero al final de la noche pudo reencontrarse con los suyos. Los progenitores a duras penas contienen la emoción mientras escuchan a su hija.

En el coche quedaron todas las pertenencias de la joven, unos 3.500 euros y las joyas de oro que había guardado desde pequeña. No le importa demasiado la pérdida material, toda vez que sus augurios sobre su familia no se cumplieron. Ayer, además, pudo lavar a Musgo, que se había quedado ennegrecido.

"No hay palabras para describir lo que vivimos -sentencia tras contar su peripecia-, solo es mi historia, no es peor que la nadie (de los que sufrieron los incendios del domingo)".