Los periquitos de Julio y Maruja trinan como en un mediodía primaveral y luminoso, pero nada más lejos. Un manto gris y pegajoso recubre el horizonte en Beariz y el fraile del tiempo, colgado en el despacho de la casa, acierta de nuevo: "Lluvioso", avisa el artilugio de 1960, hecho con cuerda de tripa de carnero. El hombre sale a la terraza para contar las precipitaciones, todas las mañanas a las 09.00 horas. Un pluviómetro manual da la medida de la lluvia que ha caído. Julio Janeiro, 86 años, se fía más de su sistema y su probeta: "La máquina mide de menos. Esto es más preciso".

Desde hace 21 años, él es el hombre del tiempo en Beariz, un municipio de 1.003 habitantes de la comarca de O Carballiño, situado en el límite de la provincia de Pontevedra, a casi una hora de coche de la ciudad de Ourense. Julio traduce en números el resultado de los chubascos. En la misma finca en la que cría colmenas que dan una miel deliciosa -presume de alguna producción de hasta 3.500 kilos-, desde hace un decenio funciona una estación meteorológica alimentada por una placa solar que envía a la Aemet los registros sobre precipitaciones -en cuatro tramos de seis horas- así como las temperaturas.

Es más simple el pluviómetro que emerge de su terraza y recoge en un recipiente el agua que cae del cielo. Antes de la instalación del medidor automático, Julio rellena con sus datos manuales unas tarjetas que enviaba por correo a la delegación en A Coruña de la agencia estatal del clima. Aunque ya no sea necesario él sigue tomando nota. "Yo sigo recogiendo porque no me fío de estos aparatos. Cada vez que voy a comprobar no da la misma medida. Quiero seguir registrando igual y guardando los datos para tenerlos para mí. Al final estoy metido en el ajo", resume.

Porque Julio mantiene una tradición casi centenaria en Beariz. Su padre, Francisco Janeiro, que era carpintero y más tarde industrial, empezó a documentar el tiempo en 1919, cuando la empresa viguesa para la que trabajaba quería disponer de datos útiles para construir un salto de agua que abasteciera la zona de luz. Beariz era, entonces, la única estación meteorológica de la provincia de Ourense, además de la que estaba ubicada en el jardín del Posío, en la ciudad. Francisco Janeiro falleció en 1950 y la tradición, que Julio ya había aprendido observando en casa a su padre, quedó en suspenso.

"A él le pagaban el subsidio por ese trabajo pero yo siempre he sido voluntario". Antes de jubilarse en 1996, desde cuando recaba datos, la necesidad de ganar el sustento le impedía dedicares. Julio no siguió los pasos en ultramar -en México, sobre todo- de tantos vecinos de Beariz que buscaron un arreglo a la miseria yendo a la emigración. Tuvo un aserradero de madera hasta 1980 y las ideas -como todavía ahora, a los 86 años "y 6 meses", completa-, siempre claras: "Yo, así hablando en plata, menos de cura y de sacristán sé hacer de todo".

Habla, en resumen, la voz de la experiencia sobre el diluvio que la borrasca Ana arrojó sobre Beariz el domingo pasado. Según Aemet -según la estación electrónica de la finca de Julio, por lo tanto-, entre las 0 y 24 horas del 10 de diciembre se registraron precipitaciones acumuladas de 206,6 litros por metro cuadrado. Los números del octogenario son diferentes, mayores.

"Me llamó una señora a las 10 de la noche preguntando: 'Julio, ¿y cuánta agua lleva caído?'. Yo la verdad nunca vi llover tanto", afirma. "Cuando vino una escampada salí a la terraza y mi sorpresa es que el pluviómetro estaba echando agua por fuera, y algo que pasó por primera vez". Julio Janeiro midió y, sin contar con la cantidad que había desbordado la capacidad de la carcasa que guarda el reciente, las precipitaciones acumuladas eran de "250 litros". Por si fuera poca lluvia, entre las diez de la noche del domingo y las nueve de la mañana del lunes cayeron otros 30 más".

El hombre del tiempo de Beariz, sobrado de experiencia, "perro viejo" -dice-, se declara "sorprendido" por la fuerza de la ciclogénesis pasada. "Nunca hubo un día que cayera tanta agua como ese, iba la carretera llena de lado a lado como un río". Una excepcionalidad en una tendencia de sequía, un fenómeno con el que los datos manuales de Julio Janeiro sí coinciden. Revisa sus anotaciones pormenorizadas y explica: "Este año llevamos 1.217 litros por metro cuadrado más lo este mes. En 2008 fueron 1.766; en 2007, 1.322; en 2006 2.905; en 2004, 1.542; y en 2003, 1.995", dice mirando sus cuadernos.

Hace unos meses, la Delegación del Gobierno en Galicia celebró un acto de reconocimiento a los observadores voluntarios del tiempo. "Fue muy emocionante ver cómo otros reconocían su labor", dice su mujer, Maruja. Julio muestra al periodista con orgullo un diploma firmado por el presidente de la Aemet para agradecer "la abnegada colaboración en la observación meteorológica" y su "eficaz labor". Cuando llueva en Beariz ahí estará Julio Janeiro mirando al cielo y tomando nota.