La detención hasta ahora de seis inmigrantes albaneses en la terminal de contenedores de Vigo revela la existencia de un agujero en su seguridad. De todo el ámbito del puerto, el recinto explotado por Termavi es el que concentra un mayor número de cámaras de videovigilancia a lo largo de los 180.000 metros cuadrados de su perímetro. Más controlado incluso que la gigantesca explanada de la terminal de vehículos de Bouzas, con un millón de metros cuadrados. Y sin embargo, los intrusos lograron acceder al muelle de Guixar con sorprendente facilidad y hasta subieron a los barcos.

Al margen de la mala imagen que transmite a las armadoras esta clase de episodios, les supone también serios contratiempos y hasta algún coste. Como el derivado de la vuelta a puerto del Mississauga Express, que ya estaba navegando cuando detectó a los dos polizones albaneses, por lo que tuvo que regresar a Guixar. La tripulación del Genoa Express también interceptó a los inmigrantes a bordo aunque, por suerte para el capitán, cuando todavía su barco estaba amarrado al muelle. Los arrestados se quedaron a medio camino de su objetivo.

Intentaban subirse al Barcelona cuando las alarmas de movimiento de Termavi los pusieron al descubierto. En esta última ocasión, el sofisticado sistema de vigilancia instalado cumplió su función. Tampoco se duda de que fallase en los casos ocurridos en julio y septiembre.

En realidad se sospecha que los inmigrantes emplearían para acceder al interior del muelle una metodología rudimentaria. Similar a la de saltar la verja por la zona donde se ubica la empacadora de basuras o desde el embarcadero deportivo junto a Vulcano.