La factura energética no para de crecer y una de las opciones por la que han optado los gallegos para rebajarla es incrementar el consumo de leña en sus hogares, que aumentó un 4% cada ejercicio en los últimos cinco. El año pasado la luz subió casi el 10% y el gas, un 4,5%. La previsión para 2018 es el que la primera lo haga un 2,5% y el segundo, un 6%. Y eso que el Gobierno ha congelado por cuarto año la parte regulada de la tarifa eléctrica, que supone un 60% del recibo de la luz, y ha anunciado que mantendrá también congelada por cuarto año la parte regulada de la factura de gas: los peajes que se cobran por el uso de las infraestructuras y por el coste de la energía.

Ante esta situación, muchos hogares de la comunidad, sobre todo del rural, han optado por cambiar su fuente de calor (electricidad, gasoil o gas) por métodos más tradicionales: la chimenea y la caldera de leña y pellets o biomasa. Como consecuencia, en los últimos cinco años el consumo de leña se ha incrementado un 4% cada ejercicio, según reconocen fuentes del sector.

En el último año se cortaron 730.000 toneladas de leña en Galicia: 430.000 por parte de la industria maderera y 300.000 de los particulares. Además, se produjeron 120.000 toneladas de pellets elaborados con pino y otras 30.000 hechos con otras maderas.

Un hogar medio que tenga una chimenea o caldera para quemar madera requiere de unos 1.000 kilos al mes para satisfacer sus necesidades energéticas. Es decir, un hogar necesita unos 5.000 kilos para cubrir los cinco meses de bajas temperaturas a lo largo del año.

El ahorro de una caldera de leña es considerable. De hecho, dependiendo del tipo de leña o biomasa que se utilice y con qué sistema se compare puede ser hasta un 50% más barata.

Pese al incremento del consumo de leña en los últimos años para paliar la subida del recibo de la luz y el gas, los precios de la madera no han variado mucho. En estos momentos, el coste medio de un tractor de leña (5.000 kilos) de madera de carballo (ya cortada y entregada en el domicilio) ronda los 400 euros. Si la madera es de otras especies el coste baja a 200-270 euros. La leña recién cortada retiene un 75% de humedad, es decir que de cada 100 kilos que se compren, solo 25 son madera y el resto es agua. Por eso es importante que antes de usarla lleve cortada y almacenada como mínimo un periodo de dos años para que su humedad quede en un 15%, que es la cifra mínima aceptable.

La ley permite además que un propietario particular pueda cortar hasta 10 toneladas de madera (unos dos tractores) al año sin que tenga que pedir permiso.

La leña es un producto estacional. El 70% se consume en los meses de invierno. El resto del año el movimiento es más bajo. En este caso, lo que hacen los vendedores es acumular leña durante todo el año para venderla en la época que hace más frío.

Aunque el mercado de la leña se mueve, sobre todo, en el entorno rural, cada vez hay una mayor demanda de instalaciones de calderas para quemar madera y biomasa y de esta forma intentar paliar el gasto que supone encender la calefacción cada día.

De todas formas, y a pesar del ahorro para el bolsillo que supone el uso de estas fuentes energéticas, quedan lejos de poder extenderse en un futuro por dos razones: la ausencia de espacio para almacenar los miles de kilos de leña necesarios y el coste de variar las instalaciones ordinarias por calderas o chimeneas.