La dispersión de la población encarece la prestación de los servicios públicos. Por ello, valorar en su justa medida la diseminación de los habitantes al fijar el coste de las prestaciones es una de las principales reivindicaciones de Galicia, de cara a la revisión de la financiación autonómica. La comunidad se juega un buen puñado de millones. Un solo ejemplo ilustra a la perfección la importancia de que la densidad de la población sea mayor o menor. La Xunta se gasta 165 millones de euros al año en el transporte (122 millones) y el comedor escolar (43 millones, con datos del curso pasado), Madrid sin embargo solo 24,2 millones.

¿Cómo puede ser posible, si Galicia tiene 400.000 estudiantes en niveles no universitarios y la comunidad de la capital suma más de 1,7 millones de alumnos? Porque en Madrid viven 805,59 personas por kilómetro cuadrado, y en Galicia, se registran 91 vecinos en esa misma superficie. En consecuencia, la inmensa mayoría de los alumnos de la capital puede ir a la escuela andando, y en Galicia, resulta más complicado. Y si van al colegio en autobús, luego se quedan a comer.

Así resulta que en la comunidad gallega el coste medio por alumno de los servicios complementarios de transporte y comedor escolar alcanza los 412 euros, mientras en Madrid se queda en 24 euros. El coste gallego triplica la media estatal que es de 137 euros por estudiante.

Al vivir la población más diseminada, los colegios están más lejos del lugar de residencia de los alumnos, y la Xunta ha de costear más autobuses, financiar más rutas de transporte escolar y mantener más comedores. En el Informe 2017 sobre el Estado del Sistema Educativo, el Ministerio de Educación admite "la incidencia" de la densidad de población sobre el sistema educativo y "las importantes diferencias" que hay entre autonomías. Pone encima de la mesa que el 9,4% de la población española vive en localidades con menos de 2.000 habitantes, un porcentaje que se dispara al 48,4% en Galicia, seguido a distancia de Asturias (26,3%) y Castilla y León (25,8).

Por todo ello, Galicia defiende que al valorar cuánto cuesta la educación pública no solo se haga en función del número de alumnos, pues hay factores como la dispersión que elevan la factura, y no solo en la educación pública. Frente a las comunidades más pobladas que prefieren sustentar la financiación en base al número de alumnos, hay otras como Galicia que exigen tener en cuenta otras variables, como la dispersión.

Galicia no está sola. Hay otras autonomías que se juegan mucho. De hecho, Asturias supera por siete euros el coste medio del transporte y el comedor escolar de la comunidad gallega: 419 euros por alumno y año. Con una factura final de 57,3 millones de euros y una comunidad escolar de 136.600 estudiantes.

Galicia y Asturias han conformado un frente común con Castilla y León y Aragón para defender esta y otras cuestiones en la revisión de la financiación autonómica. En Castilla y León, el transporte y el comedor supone un gasto de 209, 5 euros por alumno y en Aragón, de 83 euros. En Cantabria, que sopesa unirse al lobby del Noroeste, el gasto es de 211,7 euros por estudiante y año .

Fruto de la dispersión Galicia también tiene centros más pequeños: 200 alumnos de media, frente a los 353 estudiantes de Madrid.