La sangría demográfica que padece Galicia se agrava año tras año. Cada vez que se publican nuevos datos la situación es aún más crítica. Por primera vez en los nueve primeros meses de un año desde que existen registros -1975- el saldo vegetativo, la diferencia entre las personas que nacen y las que mueren, roza las 10.000. Una cifra inédita que con el balance cerrado de 2017, de mantenerse el ritmo de los primeros nueve meses, sumará 13.000 fallecimientos más que alumbramientos.

Detrás de este saldo vegetativo en números rojos está el aumento de la brecha entre defunciones y nacimientos en los tres primeros trimestres del año pasado. Entre enero y septiembre de 2017, se registraron una media 87 decesos cada día mientras que solo se contabilizaron 50 partos. Es decir, una diferencia de 37 muertes más que partos. O lo que es lo mismo, por cada niño que nació hubo 1,7 fallecidos. Con esta tendencia se hace cada vez más cuesta arriba el repunte de la población.

Hasta septiembre del pasado año, las muertes sumaron 23.608. Un 0,05% más que un año antes. No es la cifra más alta de la serie histórica, porque en 2015, por ejemplo, se alcanzaron las 24.054.

Pero donde hay más diferencia es en los nacimientos. Desde 2009 no han parado de disminuir y hasta septiembre del ejercicio pasado hubo 13.649, un 4,9% menos que un año antes, según los datos que publicó ayer el Instituto Galego de Estatística (IGE). En definitiva, las muertes casi doblan a los nacimientos.

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Desde 1988, en Galicia hay más fallecimientos que nacimientos. El ejercicio de 1987 fue el último en el que el saldo vegetativo fue positivo (+344). Así que la comunidad encadena ya tres décadas en negativo. En los primeros nueves meses de 2017 el incremento fue del 7,7% con respecto al mismo periodo del año anterior. Si hace casi 30 años, la diferencia entre nacimientos y muertes en Galicia era de -1.823, la previsión de cierre para 2017 es que se superen las 13.000. Es decir, se ha multiplicado por siete, lo que supone un agravamiento acelerado de la crisis demográfica.

Los nacimientos en Galicia han caído un 57% desde 1976. Y hace cuarenta años, las muertes eran, por el contrario, un 22% menos. En 1976, nacieron 44.840 niños en Galicia. En 2016 fueron solo 19.049. Los fallecimientos, cuarenta años atrás, fueron 26.015, cifra que se elevó a 31.732 durante 2016.

Por provincias, el mayor saldo vegetativo negativo entre enero y septiembre de 2017 lo tiene A Coruña con 3.687 personas (5.717 nacimientos y 9.404 fallecimientos). Le sigue Lugo con 2.313 (1.520-3.833); Ourense con 2.234 (1.271-3.504) y Pontevedra con 1.726 (5.141-6.867).

La Xunta lleva años preocupada por esa diferencia entre los fallecidos y los nacidos que lastra el crecimiento demográfico. "Un territorio con un saldo vegetativo negativo difícilmente podrá seguir creciendo en términos macroeconómicos salvo improbables crecimientos espectaculares en términos de productividad y competitividad, cuyos precedentes más próximos son los alcanzados por Irlanda antes de su colapso financiero y su consiguiente rescate por la troika", asegura en el documento Estratexia Galega de Acción Exterior que convierte la crisis demográfica en una de las prioridades de la Xunta en la captación de fondos europeos.

Mueren más personas, nacen menos, la población cada vez está más envejecida... Esta situación provoca que cada vez haya menos gallegos que aporten dinero a las arcas autonómicas y que, por el contrario, seas necesarios más recursos para atender a los habitantes de la comunidad que cada vez son más mayores.

Las medidas a favor de la natalidad tampoco surten efecto, ya que entre enero y septiembre de 2017 nacieron un 4,9% menos de gallegos. La Xunta ya ha comprobado que, en estos momentos, la variable de la natalidad no es la solución ni a corto ni a medio plazo y la pasada semana anunció que busca combatir la crisis demográfica con los hijos y nietos de la diáspora gallega.

El Ejecutivo de Feijóo aspira a que en tres años vuelvan 20.000 gallegos que viven en el extranjero, una cifra casi similar a los habitantes que la comunidad perdió en los dos últimos ejercicios (21.500). La Xunta prevé invertir 15 millones en ayudas específicas para fomentar su vuelta.