J.L. Pardo Veiras.A coruñaCon los primeros pasos de la democracia, en el año 76, el ecologismo gallego comenzó a organizarse bajo el amparo de la legalidad. De la mano de personas como el experto en temas marinos Domingo Quiroga, el arquitecto Xosé Bar Boo, Fernando González Laxe o Xosé Manuel Beiras, entre otros, en junio nacía la Asociación para a Defensa Ecolóxica de Galiza (Adega). En sus comienzos las principales preocupaciones estaban motivadas por la proliferación de celulosas, bien en funcionamiento como la de Pontevedra, o bien en proyecto como las ideadas para Padrón, Ponteceso o O Barco. Fue en los primeros 80 cuando la lucha ecologista gallega conoció su primer hito histórico, la campaña en oposición a los vertidos radiactivos de la Fosa Atlántica. En estos años despega el movimiento, y a lo largo largo de las dos últimas décadas del siglo XX se configura poco a poco un ecologismo de nuevo cuño. El abanico de actividades se amplia a campos como el reciclaje de basura, la planificación forestal, la agricultura, la energía, el transporte, el pacifismo, la defensa de la democracia participativa, la cuestión lingüística... hasta configurar una mirada más global y social. La acción concreta, la manifestación localizada, cede terreno en favor de la educación medioambiental y el trabajo a medio y largo plazo."A parte máis importante do noso traballo é difundir valores ós nenos, ós adultos e a xente de máis idade. Estes últimos contan normalmente con máis tempo libre no que poden facer un labor moi importante". Son palabras de Martiño Cid, coordinador de la actual Adega, una organización que cuenta con diez delegaciones, incluyendo las cuatro capitales de provincia y Compostela, donde se sitúa la sede central. A través de ellas, se ejecuta todo un plan de trabajo para combatir la problemática medioambiental, cubriendo desde el acceso a la información hasta el cuidado de ríos y montes. Internet ha abierto un nuevo canal de lucha, lo que se ha dado en conocer como el ciberactivismo, aunque Martiño Cid reconoce que "aínda non sacamos todo o que podemos da rede. Temos a páxina web coma medio de comunicación e conectamos con outras organizacións, pero máis coma fontes".Con el ánimo de ir más allá en el carácter social del ecologismo, Xan Duro, presidente de Adega, participó en la fundación de Verdegaia no 2005."Pasamos dun ecoloxismo natural a un ecoloxismo social. Medimos o impacto social e temos en conta as determinacións do sistema económico. Abogamos por unha mudanza radical". Los estamentos hacen hincapié en la justicia social y la paz, en su independencia y en el desenvolvimiento sostenible. Duro cree que gracias a esa independencia han hecho grandes progresos en materia de "enerxía e investigación forestal".Sin embargo el ecologismo gallego debe situarse preferentemente en la esfera local, en labor de las organizaciones naturales de enclaves de riqueza biológica como o Colectivo Ecoloxista do Salnés o Guerrilleiros das fragas, en As Pontes, todas ellas coordinadas por la Federación Ecoloxista Galega (FEG). La FEG, de acuerdo con su Secretario, José Luis Baleato, cumple la función de "altavoz" para que estas organizaciones con medios más modestos no "loiten soas nos seus recunchos e as súas accións teñan eco social". Pero, ¿qué conquistas han cosechado a lo largo de los últimos treinta años? Según Martiño Cid son "escasas" ya que "cada vez constrúese máis e non se teñen en conta as agresións que sofre o medio ambiente". Xan Duro prefiere expresarlo así: "os intereses das grandes empresas fican por riba dos intereses dos cidadáns".Mucho de este pesismismo actual proviene del papel de la Xunta. Todos coinciden en que tras un impulso inicial el comportamiento de las administraciones ha sido "decepcionante". Baleato bromea sobre la cuestión."Gobérnannos funcionarios en troques de políticos", y añade, "existe un esforzo lexislativo mais hai un déficit de aplicación importante". Un ejemplo claro de esto es la celebrada Lei de protección do río, resultado de la "demanda social" que hasta ahora no ha cristalizado en medidas concretas.Lo cierto es que en Galicia hoy en día funcionan las centrales de As Pontes y Meirama, "dúas das maiores contaminadoras europeas", como alude Xan Duro, y el litoral sufre el fenómeno especulativo importado directamente desde el levante.Pese a todo el ecologismo sigue en pie ante las dificultades coyunturales. Gracias a él presumimos de costas sin residuos radiactivos o de siete parques naturales en un contexto de desarrollo salvaje.Desde amas de casa hasta biólogos, todos caben en el ecologismoYa dejamos atrás el estereotipo de ecologista, siempre subido a una lancha en medio del Atlántico persiguiendo a un gran petrolero. Existen cabezas visibles, pero el espectro ecologista va mucho más allá. Como dice Martiño Cid, dentro del movimiento ecologista "hai biólogos, médicos, estudantes ou amas de casa, o único que teñen en común os nosos socios e a preocupación polo medio ambiente".La masa social que arrastran estas organizaciones es cada vez mayor, sin embargo el ritmo de vida frenético que llevan los socios les resta tiempo libre "onde poden desempeñar este labor, por eso é tan importantes a concienciación das persoas de máis idade".