La preocupación de las trabajadoras del servicio de ayuda a domicilio de Arteixo crece a medida que transcurren los días y la empresa no abona sus salarios. Tras una semana de retraso y muchos meses de problemas, han tomado una decisión que, sostienen, es "inamovible". La próxima semana iniciarán una serie de protestas para tratar de forzar al Concello a que rescinda el contrato con la concesionaria, Galicia Saudade (Xentes).

La plantilla asegura que las cuentas de la empresa han sido embargadas por la Seguridad Social por lo que, aunque el Ayuntamiento pague en el plazo previsto a la concesionaria, tal y como sostiene que ha hecho, las trabajadoras temen no percibir sus salarios y exigen al Ayuntamiento que rescinda el contrato, por el que Galicia Saudade (Xentes) se embolsa 580.000 euros al año.

El Gobierno local asegura que no existe "ninguna causa justificada" para tomar esta determinación y precisa que ha remitido a la empresa un requerimiento por escrito para que proceda a pagar los salarios de las trabajadoras. "No se puede rescindir un contrato por siete días de retraso", apostilla.

La secretaria de acción sindical de Salud Laboral y Protección Social de UGT Galicia, Mari Morales, que acusa al Concello de "financiar un embargo", advierte que no es el impago de la nómina la única de las razones que esgrimen ara esta petición pues, desde hace meses, alertan de deficiencias del servicio y el incumplimiento del pliego de condiciones del contrato.

No es esta la primera vez que la empresa se demora en el pago de los salarios, retraso que motivó el pasado abril una denuncia ante Inspección de Traballo. Por esta razón, las empleadas han comenzado a repartir octavillas por las calles de Arteixo para explicar en la situación en la que se encuentran y prevén dos concentraciones para la próxima semana, en un lugar aún por determinar, que celebrarán, asegura, aunque la concesionaria les abone la última nómina. "La empresa, de vacaciones hasta el día 15, no da ninguna explicación y el Concello no toma medidas, es una vergüenza", señala Mari Morales.