La polémica surgida en Zas entre un grupo de padres que discrepan de la forma de impartir catequesis en la parroquia va en aumento y el Arzobispado ha instado al diálogo entre ambas partes para tratar de solucionar el conflicto. Unos cuarenta padres afectados hicieron público un comunicado en el que denuncian el "extremismo" con que se imparte el catecismo y defienden que por eso han dejado de llevar a sus hijos a ella, aunque matizan que son familias que pertenecen "a la Iglesia y a la fe católica" y aclaran que no están respaldados por ningún partido político.

"No queremos que nuestros hijos sean adoctrinados en la tristeza, el sufrimiento, la valoración del dolor, sacrificio y enfermedad como castigo de Jesús por nuestros pecados", afirman. Aseguran que en el libro que se utiliza este año para la preparación a la Primera Comunión, con el título de Ven y Sígueme, existen claras referencias al Opus Dei - al que pertenece el párroco Severo Lobato- y, según los padres, "su filosofía es: las cosas buenas son cosas de Jesús, las malas porque las merecemos".

El párroco Severo Lobato rechazó hacer declaraciones sobre el asunto y remitió a la versión del Arzobispado, que apela al diálogo para evitar las descalificaciones personales. Un portavoz del Arzobispado lamentó que se llegase a esta situación tan desagradable y espera que haya un entendimiento entre ambas partes cuanto antes.

Este portavoz insiste en que nadie duda "de la buena intención de los padres de querer lo mejor para sus hijos", pero aclara que de la doctrina de la catequesis se encarga al párroco en sintonía con la Iglesia. El portavoz del Arzobispado evitó valorar las acusaciones de los padres sobre el comportamiento de las monjas alegando que desconocía la versión de la otra parte y si se sacaron cuestiones de contexto.

Las primeras discrepancias con el párroco surgieron al cambiar la catequesis del domingo al sábado, por lo que muchas personas que se encargaban de esta labor no pudieron seguir haciéndolo y pasa a ser controlada por unas monjas de la Fraternidad Reparadora, contra las que los padres cargan la mayor parte de las críticas. También denuncian la "presión" ejercida sobre los niños y catequistas "para que se confiesen semanalmente".

Los padres alertan que a partir de los trece años se separan los niños de las niñas, las religiosas se encargan de las niñas y cada día sacan a una del templo para hablar con ella a solas. Según su versión, empezaron a notar comportamientos extraños en sus hijas y al preguntarles sobre el asunto, les contestan que no pueden revelarles nada y alertan que "les dan libros a escondidas, las incitan al ayuno, a sentirse afortunadas por estar enfermas y a ofrecer su dolor a Jesús, generando incluso conflictos familiares".

Los progenitores también alertan de otras prácticas de las religiosas como la creación del Movimiento del Ejército de Jesús (MEJ), que consiste "en hacer de los niños soldados de Jesús, para lo que tenían que firmar un compromiso sin conocimiento ni consentimiento de sus padres, comprometiéndose a acudir siempre a la llamada de las hermanas para orar y reunirse". Además, los padres cuestionan juegos peligrosos organizados por las monjas como cruzar la calle con los ojos vendados y prácticas para "amedrentar a los niños de tal manera que si no acuden a las reuniones el demonio va a entrar en su cuerpo y en su casa".

Los padres niegan que estén en contra de que hablen a sus hijos de cuestiones polémicas como el aborto o el divorcio, pero matizan que deben hacerlo "adaptándose a la madurez de los niños" y califican de "macabro" que les mostrasen un vídeo sobre la práctica de un aborto, donde se muestra el feto muerto. Según su versión, cuando los niños preguntan por su opinión en el caso de una violación "ellas responden que en caso de violación está demostrado que un alto porcentaje no lo son realmente".

En vista de los hechos, los padres solicitaron al párroco que apartase a las monjas de la catequesis, pero el cura se negó, y fue entonces cuando dejaron de enviar a sus hijos y empezaron a impartirla por su cuenta. Lamentan que el cura en vez de intentar acercar posturas les enviase "mensajes en sus homilías" y que fuesen curas de fuera con amenazas. Los padres también piden al Arzobispo que les aclare si los niños están fuera de la Iglesia.