"Esto es una enfermedad como otra cualquiera", bromea Narciso Vázquez, un coleccionista particular de Arteixo que atesora que en su vivienda de Pastoriza un número "incalculable", según confiesa, de piezas que ha acumulado a lo largo del último medio siglo bajo una única máxima: "Aquí no se vende nada".

Este emigrante retornado de Suiza, ahora jubilado, emplea todo su tiempo -y también mucho dinero- en localizar, catalogar y restaurar objetos antiguos. Viaja por el mundo en busca de piezas especiales, únicas, que despierten su interés. Siente predilección por los gramófonos, una pasión que queda palpable en la muestra que expone en el garaje de su vivienda y en el que recibe, según afirma, a cientos de personas. "No hay semana que no tenga alguna visita; gente que viene a ver la exposición y otra que trae piezas para que se las restaure".

Su próxima aventura comenzará el Día de Reyes, cuando inicie una ruta por el este de Alemania para encontrar más piezas para su colección. "Lo más difícil no es localizar los objetos, si no traerlos para España", afirma, tras recordar su estancia en Israel cuando, tras comprar valiosas piezas -"en Israel hay auténticas maravillas", indica-, le fue imposible sacarlas del país. "Llegué al aeropuerto y en cada pantalla se podía leer la prohibición de sacar artículos comprados en el país", lamenta.

A sus 68 años, casado y con dos hijos, Narciso Vázquez muestra su preocupación por el futuro de sus piezas, una extensa colección que le encantaría que se pudiese exponer en un museo en Arteixo, una iniciativa que propuso durante el gobierno del PSOE pero que, "por falta de fondos", se quedó en nada. La buena salud económica de la que gozan las arcas municipales de Arteixo abre una puerta para que las miles de piezas puedan ocupar un lugar digno y sean propiedad "de todos los arteixáns", tal y como es el deseo de este coleccionista.

Cerca de 200 gramófonos, 20.000 agujas "de todos los modelos del mundo", miles de monedas de plata y billetes, decenas de máquinas de costura y de escribir, entre ellas, una de las "joyas" de las que se muestra más orgulloso y que expuso en la última muestra de la Feria 1900 de Arteixo: un modelo único de trescientos años de antigüedad que Narciso Vázquez consiguió "tras muchos cafés y copas", en una casa de A Laracha. "Ofrecí quinientas pesetas y la compré por seiscientas", recuerda. "La tenían abandonada en un tejado; la mayoría de la gente desconoce el valor de lo que tiene", apunta. Aunque, advierte, "en este mundo hay muchos engaños". " En una feria internacional me quisieron vender un gramófono que tenía la trompeta de plástico", señala entre risas.