La supresión del peaje de la AG-55 es una de esas reivindicaciones recurrentes que de tanto en tanto se cuelan en la agenda política. La vía, que enlaza A Coruña y Carballo, nació en 1993 libre de peaje. El 30 de septiembre de ese año, el por entonces conselleiro de Obras Públicas, Xosé Cuíña, inauguraba el primer tramo. Ya de aquellas dejaba caer la posibilidad de implantar un canon en un futuro. Su predicción no tardó en cumplirse. Un año después, el 25 de agosto, el Diario Oficial de Galicia publicaba el anuncio para la concesión administrativa de la construcción, explotación y conservación de la AG-55.

Se confirmaba una "afrenta", en palabras de los críticos, que propició la constitución de la Plataforma pola Autovía Gratuita. Este colectivo, que aglutinaba a asociaciones vecinales, empresariales, sindicatos, taxistas, estudiantes, transportistas y políticos de todos los partidos celebró en diciembre de 1994 su primera manifestación contra el peaje de una autopista ejecutada sobre terrenos que habían sido expropiados para ejecutar una vía de alta capacidad. El proyecto se remontaba a 1990 y su propósito original pasaba por dar servicio a los polígonos de A Grela, Sabón y Bértoa y descongestionar el tráfico de la carretera AC-552 saturada, sobre todo, por el tránsito de vehículos pesados.

Los primeros en descolgarse de la asociación fueron los alcaldes del PP, pero el colectivo no perdió ímpetu. La inauguración del segundo tramo por Manuel Fraga en 1997 dio pie a una concentración multitudinaria. El corte de cinta inaugural se celebró entre antidisturbios y alumbró la instalación de las cabinas de peaje en una vía que hasta ese momento había sido gratuita.

La instauración del canon provocó una oleada de protestas. Durante años era frecuente que las pancartas con el lema autovía gratuita saliesen al paso a los conductores. Se sucedieron movilizaciones, como la caravana de coches que colapsó la vía o una simbólica recogida de pesetas contra el peaje. Poco a poco, la actividad del colectivo comenzó a desinflarse. Su última reunión se celebró en 2002.

Sus reivindicaciones han seguido vigentes hasta ahora. Aún hoy hay expropiados que se niegan a pagar el canon alegando que fueron privados de sus terrenos para construir una autovía libre de peaje.

La Xunta del PP se opuso siempre a suprimir el canon apelando al millonario coste de rescatar la concesión, vigente hasta 2045. El PSOE, que siempre había exigido la liberalización, cambió de postura durante su etapa en el Gobierno e hizo suyo el discurso sobre la inviabilidad económica de una propuesta que había defendido a ultranza. Un cambio de postura que provocó roces con sus socios del BNG, los más belicosos con el peaje.

Como alternativa, el Ejecutivo gallego anunció rebajas y otras medidas compensatorias, que nunca llegaron a ejecutarse. Las tarifas para recorrer esta vía de 32 kilómetros no han dejado de incrementarse. El trayecto de ida y vuelta por esta autopista con dos tramos de curvas peligrosas y una elevada siniestralidad cuesta ahora cinco euros. El trayecto de A Coruña-Arteixo asciende a 0,55 euros y el de Arteixo a Carballo, 1,95 euros. En total, el peaje se ha encarecido un 73,6% desde la apertura de la autopista. El Gobierno gallego solo ha accedido a ofrecer rebajas a los usuarios habituales.

El incremento anual de las tarifas no ha ido de la mano de más personal en el peaje. Las cabinas automáticas se han multiplicado. Se han dado casos de turnos con un único trabajador o ninguno, lo que ha llevado a la Xunta a abrir un expediente a la concesionaria. Y cada vez son más las quejas de usuarios por un mantenimiento deficiente.

El tráfico por esta vía prosigue a la baja. La media diaria es de 11.746 coches, alrededor de un 20% menos que al inicio de la crisis. La AG-55 no ha servido para descongestionar la AC-552, por la que circulan a diario miles de vehículos que escapan del peaje.