"La alegría dura poco en la casa del pobre", bromea Ramón Cid, un vecino de Sada con movilidad reducida que ha visto cómo la Xunta respondía con "un parche" a más de una década de reivindicaciones. Este sadense de 54 años reside en una vivienda social de Armuño, situada en un entresuelo mal comunicado con el exterior y las paredes cubiertas de humedades.

Tras más de una década de reclamaciones y visitas de responsables autonómicos, el Gobierno gallego ha accedido a acometer una reforma parcial del piso, en el que vive con su mujer y su nieta. A pesar de que grandes manchas de humedad cubren suelo y paredes, las obras de la Xunta se han limitado al dormitorio de matrimonio, el baño y el salón.

Las obras dejan fuera otros dos cuartos, la cocina y el pasillo y no incluyen tampoco las demandas mejoras en la accesibilidad. "Pedimos desde el principio que nos diesen un piso para minusválidos, a la altura del portal, pero no nos hicieron caso pese a que presentamos varios informes médicos", critica la hija del matrimonio, que denuncia que el piso ocupa un entresuelo y que ni funciona la silla mecánica junto a la escalera de caracol ni el ascensor. "Ya no es la primera vez que tenemos que bajarlo entre varios por las escaleras", denuncia la hija, que incide en que los problemas de movilidad de su padre provocados por una trombosis van en aumento y que pronto será incapaz de andar sin ayuda de la silla de ruedas. "Desde el primer día pedimos un piso de minusválidos y nos han metido bajo tierra", critica. La familia pidió durante años una salida de emergencias, pero la posibilidad de ejecutar otra entrada por el patio resultaba complicada, a "¿Qué pasaría en caso de incendio?", se preguntan.

Los problemas arrancaron nada más mudarse, relatan. "Compramos el piso a ciegas", denuncian, y apuntan a "graves" defectos de construcción. Las humedades, cuentan, no tardaron en aparecer. "Llegaron a salir hongos", recuerda la hija, que muestra varias fotografías. Unas deficiencias difíciles de c con el asma de Lourdes, la madre, e inasumibles para una familia que vive de una pensión no contributiva y ayudas puntuales y que exige una casa "digna" sin barreras.