Las peores heridas, dice, son las que van "por dentro". Las que abrió el miedo que, relata, le llevó ayer a "dormir con la luz encendida". Paco, que prefiere ocultar su identidad completa, se siente víctima de una "emboscada", una "trampa" que, sospecha, tendió un conocido. El agredido regresaba a casa tras cerrar una operación inmobiliaria, asegura que llevaba sobre todo talones, y que el dinero en efectivo era muy inferior al que avanzaron fuentes próximas a la investigación, que hablaban de alrededor de 18.000 euros. "Dos hombres se abalanzaron sobre mí y comenzaron a darme patadas y puñetazos. Al principio pensaba en la cartera, después en que iban a matarme, recibí más golpes que en toda mi vida", relató a este medio el sadense, al tiempo que mostraba las heridas en el rostro.

Antonio no se considera un héroe, tampoco quiere medallas. El joven que socorrió al vecino de Sada que sufrió un atraco el pasado martes prefiere ocultar su cara a los medios, aunque respondió ayer con amabilidad a las preguntas de LA OPINIÓN. Asegura que actuó sin pensarlo. "Me lancé contra el atracador por instinto, si me paro a pensar no sé si lo habría hecho", relata con modestia. Todo ocurrió muy rápido, recuerda. Acompañaba a su padre a su casa, ubicada en la segunda travesía de la calle de la Obra, cuando oyó unos gritos procedentes del portal de enfrente.

"Me acerqué a la puerta e intenté abrir, pero estaba cerrada. Los gritos cada vez eran más fuertes, eran gritos de desesperación. Los vecinos comenzaron a asomarse por las ventanas. Al principio pensé que alguien había sufrido una caída, pero comencé a escuchar golpes. Intentaba abrir la puerta cuando salieron dos tíos, altos y atléticos, con gorras y vi a un hombre en el portal que pedía ayuda con la cara ensangrentada".

Antonio no se lo pensó dos veces. "Me quité las chanclas y corrí tras uno de ellos, lo agarré por el brazo, lo tiré al suelo y le hice una llave para inmovilizarlo", relata este joven sadense que admite que aunque no estudió nunca artes marciales aprendió bien pronto a defenderse.

El peor trago comenzó entonces, durante ese tiempo "eterno" en que permaneció sobre el atracador. "Se me hizo un mundo", admite. A sus pies tenía el asaltante. Y a escasa distancia el cuchillo de cocina que había soltado el otro delincuente en su huida. "No paraba de mirar a los lados, tenía miedo a que regresase su cómplice". "Estaba indignado, porque nadie me echaba una mano", lamenta.

Una joven se acercó finalmente y propinó una patada al cutter que el asaltante perdió durante el forcejeo y que se encontraba muy próximo. Tras el estupor inicial, los vecinos comenzaron a responder, recuerda. Uno de ellos avisó a la policía. Otros atendieron al agredido.

La escasez de medios de la Policía Local en época estival complicó las cosas. Solo un agente estaba de patrulla, lo que demoró su aparición. A su llegada esposó al atracador, que llevaba en uno de los bolsillos el botín. Dinero en efectivo y varios talones de la víctima, que acababa de cerrar una operación inmobiliaria.

Policía Local y Guardia Civil desplegaron inmediatamente sus medios para dar con el otro asaltante, que fue detenido por la tarde. Según ha podido saber este periódico, los agentes sospechan de la participación de dos o tres personas más, aunque de momento llevan las investigaciones con total sigilo.

El agredido, conocido en la zona como Paco, se recuperaba ayer en su casa de las heridas provocadas por los asaltantes en la cara y el cuerpo. Aún en estado de shock, no quiso perder la oportunidad de agradecer a Antonio su ayuda. Está convencido de que fue víctima de una "emboscada" y cree que algún conocido está implicado.