El antiguo sanatorio de tuberculosos de O Paraxón lleva años en la lista roja del patrimonio. Solo queda en pie la fachada y los muros interiores de este edificio modernista diseñado por Rafael González Villar. Las escaleras y techumbre están prácticamente derruidas; los tabiques, destrozados y cubiertos de pintadas y sus salas, que nunca acogieron un enfermo, están cubiertas de basura.

Por perder, este emblemático edificio ha perdido hasta la sombra tras la controvertida tala que contrató el Ayuntamiento para, supuestamente, regenerar un parque que había sido elegido en 1922 por la Junta Antituberculosa de A Coruña por su altitud, frondosidad y aire puro y que, como buena parte de los bosques gallegos, sucumbió ante la plaga del goniptero.

El antiguo sanatorio ha servido de fondo para numerosas instantáneas de campaña. Todos los partidos políticos se han paseado por O Paraxón y posado junto a este edificio inacabado para prometer su pronta restauración. Su rehabilitación fue también una de las promesas incluidas en el plan de viabilidad de la fusión de Oza y Cesuras, que recogía su conversión en un centro de día y residencia de mayores.

El plan recogía una recreación del futuro equipamiento, para cuya ejecución la Xunta no ha consignado ni un solo euro en los dos últimos presupuestos. El Concello tampoco ha instalado la cubierta provisional anunciada para frenar el deterioro del inmueble ni ha tapiado las entradas para evitar que se cuelen los chavales en las ruinas.

El "emblema" de Cesuras, en palabras de los responsables municipales, agoniza sin que haya trascendido ningún compromiso firme de recuperar un edificio que en los últimos años ha acogido botellones y rodajes de videoclips y hasta de una película porno. Su aspecto tétrico aún atrae a los curiosos, pero indigna a los vecinos que, durante décadas, han escuchado a los políticos prometer su rehabilitación.

Las administraciones se resisten a frenar el deterioro y dar una segunda vida al sanatorio. Y no será por falta de proyectos. Las promesas de la Xunta de convertir la ruina en un centro asistencial para la tercera edad se desinfló tras la aprobación definitiva de la fusión. El Gobierno gallego pasó del sí decidido a un ambiguo "dependerá de las necesidades presupuestarias".

El Concello parece haber desistido ya de esa posibilidad. Al menos, es lo que se desprende de la respuesta que da al Gobierno gallego para justificar su apuesta por recalificar unos terrenos en Porzomillos para levantar un geriátrico privado.

El Ayuntamiento, que siempre había defendido la conversión del sanatorio en residencia de mayores, mantiene ahora que esta alternativa "no puede resolverse con carácter inmediato" y argumenta que el terreno sobre el que está asentado "pertenece al Concello por donación del Estado con la condición de que sea destinado a la creación de un parque público, a la conservación y defensa de su masa arbórea y a la creación de un centro municipal de extensión cultural y educativa y al establecimiento de instalaciones deportivas permanentes para uso de la ciudadanía".

Estas condiciones, a la que ni Concello ni Xunta apelaron en ningún momento durante la tramitación de la fusión, se erigen ahora como un escollo que podría dar el carpetazo definitivo a una de las promesas de la alianza. La rehabilitación del sanatorio como centro de día precisaría de una inversión millonaria, que el Gobierno gallego, cifraba en más de dos millones de euros.

El Ayuntamiento se inclina ahora por opciones más económicas, que pasarían por su restauración vinculada a una concesión. Y trabaja ya en un proyecto que ha suscitado estupor y sorpresa en el vecindario: la apertura de una escuela de hostelería con capital privado. El alcalde se muestra entusiasmado con su plan y busca inversores. La Xunta no se ha pronunciado. Y la oposición lamenta que tras más de treinta años de gobierno, el PP siga sin aclarar el futuro del emblemático edificio. "Solo vende humo, humo y más humo", censuran los grupos.