Parques infantiles flanqueados por esqueletos de hormigón. Plumachos que invaden la entrada a las casas vacías. Hierba que crece entre los adoquines y árboles que piden cuidados a gritos. La vida en Costa Miño Golf dista mucho de esa postal feliz diseñada hace más de una década por Fadesa. El "proyecto residencial único", el "motor del municipio" del que presumían los gobernantes en plena fiebre del ladrillo, es hoy el paradigma del pinchazo de la burbuja.

Solo los carteles que cortan el paso por obras dan fe de los intentos la constructora, en fase de disolución, por finalizar un proyecto urbanístico que amenaza con quebrar las arcas municipales de Miño. Hace años que los obreros dejaron de trabajar en esta macrourbanización. Y sus habitantes exigen mejoras. "Aquí nos falta de todo", lamenta Azucena, madre de dos niños que se mudó hace un año a Costa Miño y que echa en falta paradas de bus escolar, áreas infantiles "en condiciones" y mantenimiento. "Por aquí no viene nadie", critica.

La crisis ha hecho que a esta urbanización, planteada inicialmente como destino turístico, se muden ahora parejas jóvenes con niños, atraídos por las ofertas de los bancos, que tratan de liberarse de su stock inmobiliario en este rincón de Perbes. El proyecto inicial, que incluía hotel y geriátrico, nunca se hizo realidad; pero las demandas de los residentes consultados se centran en servicios más básicos. En los últimos meses, PSOE, BNG y Compromiso han mantenido encuentros con los vecinos y trasladado sus quejas por el elevado IBI que pagan por vivir en una ciudad dormitorio, "sin servicios básicos como el mantenimiento de parques y calles". Los residentes consultados reclaman mejoras en el transporte, la reapertura de la unitaria de Perbes para atender a los pequeños de Costa Miño y mejoras tanto en las zonas comunes como en las parcelas vacías, cubiertas de maleza, con un mayor control por parte del Concello para garantizar su limpieza.