"Me va muy bien para la cabeza. Hay días que me despierto, pienso en que voy a ir a clase y ya no pienso en cosas malas, ¿sabes?". Una usuaria del servicio de envejecimiento de Bergondo resume así los beneficios de un programa que atiende a cuatrocientos mayores de este municipio rural, de población envejecida y dispersa. La mitad de los usuarios se encuentra en una situación de dependencia o aislamiento, según explican desde el departamento de Servicios Sociales.

Este programa, al igual que la mayor parte de los servicios de proximidad, está amenazado por la reforma de la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, que recoge el traspaso de las competencias en materia de servicios sociales de los ayuntamientos pequeños a Xunta y Diputación. La fecha fijada para su entrada en vigor es el 31 de diciembre y en el Concello de Bergondo, como en el resto de la comarca, reina la incertidumbre. "No sabemos qué va a pasar", explicaba Serezabel Rodríguez, técnica de Servicios Sociales.

Todo apunta a que el Estado no cumplirá su amenaza de cerrar esa ventanilla a la que se asoman al año cientos de vecinos de los concellos pequeños para demandar no solo ayudas, sino también servicios que garanticen su bienestar.

Los mayores de Bergondo han tomado la voz en un vídeo balance para explicar qué les aporta la gimnasia de mantenimiento o las clases de batuka, inglés, informática y de refuerzo de memoria. Y que van más allá, dicen, de lo que dejan entrever sus nombres. "Cada día descubrimos cosas nuevas", resume una de las usuarias del curso de informática, mientras se afana en enviar un correo electrónico a su hijo. "Te ayuda a subir escalones y a hacer amistades", explica una alumna del taller de refuerzo de memoria sin levantar la vista del scrabble. "Lo único malo es que es poco tiempo, debía ser más". Son más mujeres que hombres las que dan el paso de apuntarse a un programa que, coinciden, ayuda a combatir el aislamiento. "Nos hemos hecho muy amigas", celebra una de ellas.

Los hombres, aunque más reacios, cada vez se animan más a dedicar parte de sus tardes a aprender inglés o a moverse por las redes sociales o a marcarse un baile.

El programa se combina con excursiones, celebraciones y comidas para hacer pandilla. Las responsables de Servicios Sociales inciden en que, más allá del entretenimiento o de los beneficios de las clases de gimnasia o refuerzo de memoria, las actividades permiten integrar a personas mayores en situación de dependencia.

El plan va de la mano de actuaciones más específicas, dirigidas al colectivo más desamparado, y de acciones del equipo de voluntariado, que hace acompañamientos y visitas a domicilio. Y el programa da sus frutos. Algunos de los usuarios del plan de envejecimiento activo son ahora voluntarios sin que le pesen los años.