Un verano más, el pazo de Meirás permanecerá cerrado en agosto. La familia Franco ignora las quejas del Concello de Sada -Sadamaioría, PSOE y BNG- e impedirá las visitas a este Bien de Interés Cultural en plena temporada estival para disfrutar de un mes de veraneo a puerta cerrada.

La empresa encargada de organizar las visitas confirmó ayer a este medio el cierre en agosto de este emblemático pazo, residencia durante años de Emilia Pardo Bazán, y que fue adquirido mediante ventas forzadas, descuentos en nóminas de los funcionarios municipales y provinciales y emisión de bonos supuestamente de compra voluntaria, para regalárselo al Caudillo durante la Guerra Civil.

El Concello de Sada manifestó ayer su malestar por la decisión de la Xunta de "hacer la vista gorda" y permitir a los herederos del dictador incumplir un año más la ley que obliga a los dueños de bienes declarados de interés cultural (BIC) a su apertura un mínimo de cuatro días al mes.

"Me parece de escándalo que la Xunta permita que el pazo permanezca cerrado en la época en que podemos tener más visitantes. Tenemos un potencial turístico totalmente desaprovechado, un patrimonio que es de todos y que cuarenta años después sigue siendo solo para disfrute de unos privilegiados", censuraba ayer el alcalde de Sada, Benito Portela.

El regidor y sus socios de gobierno dejaron claro desde el principio su intención de velar por que la familia Franco respete el régimen de visitas que establece la ley, al contrario que sus antecesores (PP), que nunca quisieron pronunciarse sobre el cierre del recinto en el mes de agosto.

Desde que la Xunta dejó de financiar los gastos de seguridad y de organización de las visitas, es una empresa contratada por los propietarios la encargada de realizar los itinerarios.

Las visitas del público son muy restringidas: no se permiten fotografías ni vídeos y tampoco se deja entrar en todas las estancias. Se puede ver el hall y la escalera, la biblioteca del dictador Franco, la capilla y parte de los jardines. No es visitable la que fue la antigua biblioteca de la escritora Emilia Pardo Bazán, la antigua propietaria.

La negativa de la empresa a permitir el acceso al interior del pazo de un joven en silla de ruedas llevó además el pasado año al Valedor do Pobo a incoar una queja de oficio.