El arqueólogo Antón Malde y el equipo de investigación de Pena Furada presentaron ayer en A Coruña el resultado de tres años de investigación en torno al enigmático santuario de Pena Furada, en Coirós.

Han pasado años desde que Malde descubrió por azar A Moura, esa figura femenina esculpida en bajorrelieve sobre una roca del cerro que, lejos de tratarse de una incisión aislada, dejó al descubierto un santuario galaicorromano rodeado de enigmas.

El hecho de que las figuras del santuario solo fuesen visibles según la posición del sol llevó al equipo de arqueólogos a poner en marcha un plan de observaciones sistemáticas según el calendario de tradición céltica, que persiste a nivel popular. Y las conclusiones han sido acogidas con entusiasmo por historiadores notables.

Antón Malde incidió ayer que sus investigaciones les permiten concluir que las piezas arquitectónicas están ordenadas en función de las relaciones astronómicas y que el estudio de la cerámica permite concluir que del uso del lugar perduró durante toda la Edad Media.

Este santuario de Coirós permite confirmar la "presencia de individuos altamente capacitados en matemáticas y física ultrapasando los años 90 de la Sociedad Heroica o Guerrillera de los Galaicos", destacaba ayer el arqueólogo, que resume: "Hay mucho saber antes de los romanos".

La cerámica indica además que la iglesia de Santa María de Lesa pudo ser la continuación del culto.