Soy militante del PSOE desde 1991, es decir: van a cumplirse 25 años, y la situación vivida este fin de semana me parece, tal como definió una de las compañeras asistentes al Comité Provincial celebrado este sábado en A Coruña de "camino cara a autodestrucción". En dicho Comité Provincial se realizó una reflexión, como no podía ser de otra manera, sobre los aspectos en que tenemos que mejorar si queremos concitar el apoyo de la ciudadanía. Se aludió a la necesidad de ser rigurosos en el cumplimiento de las normas, en la transparencia, en la participación, en "dejar de mirar al interior del partido para enfocar con mayor nitidez los problemas que aquejan a los ciudadanos", en la necesidad de coherencia entre lo que postulamos y nuestros actos?

También, tal y como recoge la prensa de hoy [por ayer], hubo referencias a los problemas aún pendientes de resolución de las agrupaciones de Santiago y Ferrol.

Acudo a la Asamblea convocada hoy en la Agrupación Socialista de Sada esperando que las buenas intenciones manifestadas en el Comité Provincial de ayer sean la base de una reflexión.

Lo que me encuentro es una Asamblea convocada unilateralmente por la secretaria general, Raquel Bolaño, con la intención de "sacarse de en medio" a los tres compañeros de la ejecutiva que se han mostrado críticos con su gestión de una forma que no me atrevo a calificar porque el adjetivo a emplear es demasiado duro.

La fórmula pensada por la compañera no es el cese, pues debería justificarlo razonadamente, sino que dimite ella, con lo que el órgano ejecutivo decae y debe elegirse uno nuevamente. Lo surrealista viene ahora: dimite para volver a presentarse ella.

Esa maniobra ya la realizó un predecesor suyo en el cargo: Eulogio López, quien, como ella, en lugar de afrontar su repetido fracaso electoral, en lugar de dejar paso a otros compañeros, prefirió sacrificar al partido.

Cómo nos va a extrañar luego que los partidarios de Iglesias Turrión nos pasen por la izquierda.