Cerró sus puertas hace más de dos años y tras embargos, intentos de subasta, proyectos de reutilización, compras frustradas y una adquisición definitiva por parte de un banco, el hotel Sada Marina, uno de los pocos cuatro estrellas del área metropolitana, está pudriéndose a ojos vista y la maleza ha empezado a colonizarlo. No le falta ni la hierba de la Pampa o plumacho, esa planta invasora contra la que la Diputación aprobó recientemente un protocolo de erradicación.

Esta planta, increíblemente resistente, ya crece con algunos ejemplares en la cubierta y junto a las ventanas del último piso del que fue el único hotel de la villa sadense.

Llama la atención que un empleado de seguridad vigile este edificio abandonado y totalmente deteriorado, con grietas y lleno de malas hierbas por todo el edificio, que además registra inundaciones en los bajos cuando hay fuertes lluvias. La vigilancia se debe a que se registraron hurtos en el interior y se producían entradas continuas de jóvenes.

El hotel salió a subasta en diciembre de 2012, como desveló LA OPINIÓN, por un precio de ocho millones de euros. El infortunio del negocio le abocó a esta situación a causa de deudas con la Seguridad Social y con Abanca (en total unos 480.000 euros). Nadie pujó, ni en ésta ni en las dos subastas siguientes, hasta que el pasado septiembre Abanca, uno de los acreedores, se hizo con el derecho de superficie del hotel por 370.000 euros. Se acabó así el sueño del exalcalde Ernesto Anido de comprar el inmueble y lograr que se instalase en él una de las sedes de la Universidad Fernando Pessoa de Oporto.