La Terraza llegó a Sada en 1920. Y lo hizo pieza a pieza, trasladada por carros de bueyes desde los Jardines de Méndez Núñez hasta el centro de la villa marinera. Este venidero de hierro, madera y cristal no tardó en hacerse un hueco en Sada, hasta convertirse en su postal más representativa. Este quiosco de refrescos y golosinas diseñado por Antonio López Hernández en 1912 aguarda aún por una distinción que garantice su pervivencia. El paso del tiempo, la falta de cuidados y el azote del viento y la salitre han abierto grandes desconchados en la fachada y agrietado la estructura.

El Estado inició en 1975 los trámites para declarar esta joya del modernismo Monumento Histórico Artístico Nacional. Desde entonces, no ha movido ni un papel. Veinte años después, la Xunta anunció la apertura del expediente para declararlo Bien de Interés Cultural. Sada sigue esperando.