Gestos cotidianos de la niñez, como perseguir una pompa de jabón, soplar las velas en un cumpleaños o jugar en una tablet son tareas imposibles para muchos niños con parálisis cerebral. A través de ordenadores adaptados, pizarras interactivas, brazos articulados y otros aparatos tecnológicos, la sede sadense de la Asociación de Padres de Personas con Parálisis Cerebral (Aspace) busca trascender las barreras y dar a sus usuarios un mayor grado de autonomía y permitirles aprender, divertirse y relacionarse como cualquier otro menor.

Según explica Eugenio López, gerente de Aspace Coruña, el nuevo Centro de Formación para la Promoción de la Dependencia de la asociación, que empezó a gestarse hace más de un año y cuenta con financiación de la Fundación Amancio Ortega, dispone de una sala tecnológica en la que trabajan con menores de a partir de tres años. "Queremos que los niños vayan familiarizándose con las nuevas tecnologías", señala López, que afirma que los aparatos les ayudan a realizar actividades interactivas.

En un primer momento se trabaja con los niños en sesiones individuales y adaptadas a sus características. Los ordenadores, por ejemplo, pueden manejarse mediante un ratón normal, pulsadores o incluso con la mirada, dependiendo de las limitaciones de cada alumno. También existe una pantalla táctil que puede dirigirse con los pies, y se está intentando adaptar esta tecnología para las sillas de ruedas en las que se mueven la mayor parte de los niños que estudian en el centro. Con la ayuda de terapeutas ocupacionales, los niños utilizan las computadoras para juegos educativos, como los que les permiten aprender e interactuar con los colores.

En una segunda etapa se realizan actividades de grupo, en el que los niños refuerzan lo que han aprendido e interactúan con otros compañeros. Gracias a la tecnología, pueden proyectar imágenes, encender luces de colores para celebrar, perseguir pompas de jabón en una pantalla, e, incluso, soplar las velas de su tarta de aniversario con la ayuda de un pequeño ventilador.

El centro de formación cuenta también con un apartamento adaptado en la que los usuarios adultos del centro se familiarizan con tecnologías que actualmente pueden instalarse en viviendas y que les permiten aumentar su autonomía: aparatos que le permiten a personas con movilidad reducida abrir él solo la puerta, responder al teléfono, tumbarse en la cama con el apoyo de una grúa que puede manejar o hacerse un café o un sandwich trascendiendo sus limitaciones. "Uno de los usuarios del proyecto, de casi cuarenta años" recuerda López "me dijo: por primera vez he sido yo quien ha encendido la televisión y ha puesto el canal que quería, pues estuve toda la vida viendo el canal que querían los demás, y por primera vez puedo poner la cama como quiero, para estar más cómodo, con un mando". La mayoría de los usuarios seguirán dependiendo de terceras personas para su vida diaria, señala López, pero, gracias a estas tecnologías, "ya no será al cien por cien", como antes.

El tercer pilar del centro sadense de Aspace es un local social, con cafetería y recepción, en el que trabajan los propios usuarios. Las personas con parálisis cerebral se encargan de coger el teléfono, recoger el correo, atender a los visitantes y trabajar como camareros, utilizando sus capacidades para tener una utilidad para los demás. "Queremos que los usuarios desarrollen habilidades sociales y estén integrados en su comunidad" explica López "y a ellos, como a todos, les gusta relacionarse y demostrar las capacidades que tienen".

Actualmente, Aspace Coruña tiene 110 usuarios, en su mayoría adultos. La directiva se plantea, en un futuro, emplear sus instalaciones para ayudar a otros colectivos de dependientes.